La progresión del reloj generaba temor. La dinámica del rugby 7 impulsa cambios repentinos. La medalla de bronce podía caer de cualquier lado. Argentina buscaba alzarse con la presea soñada ante Gran Bretaña. El marcador indicaba 12-12 porque el combinado británico había conseguido igualar las acciones con un try cuando restaban 3 minutos con un posterior fallo en una conversión que en los papeles parecía sencilla.

Lucho González tomó la bola en el saque británico y el encargado de ponerle una primera firma a la gloria fue Ignacio Mendy. Visualizó una fisura en la línea rival, atravesó el hueco y corrió rumbo al try cuando ya quedaban 2 minutos y 37 segundos para el cierre. El fallo en la conversión dejaba las cosas 17-12, un marcador favorable pero espinoso.

Los británicos salieron con todo, pero entre Germán Schulz y Lautaro Bazán Vélez lograron frenar la potencia de Ben Harris. Argentina tuvo a su favor un scrum, pero el combinado de europeo la pescó. Tenían la pelota con 30 segundos por disputarse.

Allí otra vez irrumpió toda la garra de Los Pumas. Se aferraron a la medalla. El capitán Dan Bibby parecía escaparse rumbo al try, pero otra vez Bazán Vélez y González lo frenaron con toda la energía que les quedaba. El destino estuvo a su favor: penal para Argentina y pelota afuera para marcar el cierre del encuentro.

La progresión del partido había marcado un ida y vuelta difícil anímicamente para los de Santiago Gómez Cora. Ben Harris anotó un try de entrada en apenas segundos para el combinado europeo como un cachetazo desde el vestuario. Pero Bazán Vélez emparejó las cosas con un try, Marcos Moneta convirtió e inmediatamente Santiago Mare estiró la ventaja. Los Pumas 7 se llevaron un 12-0 al entretiempo, pero en la segunda parte los británicos emparejaron las cosas con Ollie Lindsay-Hague y Dan Bibby.