Tenían la espina clavada después de aquel empate del jueves y esta vez no lo dejaron pasar. Se pusieron las pilas al máximo y derrotaron al entusiasta Chile, que ya dejó en claro que de aquí en más será un rival de cuidado. Mucho más que antes. Lo cierto es que los jugadores del seleccionado argentino de hockey sobre patines (en este caso, el plantel estuvo conformado por todos los que se desempeñan en el medio local) festejaron a rabiar el triunfo por 3-2 sobre los trasandinos, que les valió consagrarse campeones del torneo Panamericano de la especialidad, que ayer finalizó en Rosario.

El partido, tal cual se suponía, salió bien chivo. Cerrado. Jugado a dientes apretados. En ambos había sueños de gloria. Los argentinos, porque de esa manera podían dejar en el olvido aquel empate 2-2 del jueves. Los chilenos, porque esperaban confirmar todo lo bueno que hicieron ese día y volver a amargarles la jornada a los locales.

Y los dos tuvieron sus chances porque hicieron valer sus atributos. Pero, en ese panorama, el equipo de José Martinazzo fue más eficaz. Entonces no extrañó que el capitán Guillermo Babick pusiera en ventaja a los albicelestes. Chile, que no varió su esquema defensivo y siguió buscando algún contragolpe esperanzador, se encontró con un libre directo y Felipe Castro marcó el empate.

Luego en el complemento, José hizo variantes moviendo el equipo y esa lectura le dio sus dividendos. Juan Soria levantó la bandera de los que estaban en cancha y clavó dos golazos. Ahí el rival arriesgó más pero ya no tuvo tiempo para mucho. Sólo para descontar cerca del final.

Una gran conquista para la Selección Argentina. Justo en el año mundialista y cuando se viene la participación en Suiza, en la Copa de las Naciones, el mes que viene. En Rosario se dio la primera alegría y eso sirve para esperanzarse.