Por Miguel Ángel Scime para Infobae.

Pasó poco y nada en el primer tiempo de la primera semifinal por la Copa de la Liga Profesional entre Boca y Racing en San Juan. Pierna fuerte, juego táctico y casi nulas llegadas a los arcos. Sin embargo la polémica estuvo presente en el inicio del encuentro. Habían transcurrido apenas un par de minutos del cotejo cuando Aníbal Moreno disputó una pelota en la mitad de cancha con Alan Varela. Hubo fricción, sanción y protestas.

El ex Newell’s, en su intento por proteger la tenencia del balón, extendió un brazo y conectó el rostro del juvenil xeneize, quien sintió el impacto y cayó al césped. Darío Herrera, árbitro del encuentro, sancionó la falta y sin dudar un segundo le mostró la tarjeta amarilla, mientras todos los boquenses reclamaban que el roce ameritaba una pena mayor.

En este caso el jugador de Racing colocó el antebrazo con temeridad y fue acertada la decisión del juez de exhibir la amonestación. Esta maniobra no tenía que haberse resuelto con roja, por lo que el referí acertó con su decisión.

Fue en el amanecer del complemento cuando surgió una jugada parecida aunque con otras características. Frank Fabra se le tiró desde atrás a Enzo Copetti, quien se sometió a un duro trabajo en el retroceso con el colombiano, y lo taló. Herrera se metió la mano en el bolsillo y amonestó al hombre de Boca: otra determinación correcta. Nuevamente, la temeridad de la infracción, es interpretada como una falta de amonestación.

A falta de un cuarto de hora para el final, Gonzalo Maroni (uno de los que hizo ingresar Miguel Ángel Russo) le entró a Tomás Chancalay, quien llegó antes al balón y y recibió el raspón. El punta de Racing exageró pero el juez de turno pitó la falta y le mostró la amarilla al volante ofensivo de Boca. En realidad era más para expulsión que amonestación porque el punto de contacto de la suela (tapones) de Maroni puso en riesgo la humanidad de su rival.