Argentinos y croatas no sólo atravesaron la noche rusa a bordo de un tren rumbo al partido que definirá el destino de cada selección, sino que se ven obligados a extender su convivencia también en Nizhny Nóvgorod.

Y lo más atractivo en la previa al choque por la segunda fecha del Grupo D, como siempre, lo pone el color de los hinchas. Permanentemente se percibe la confluencia de las dos hinchadas, que alientan y calientan el clima por igual en los tres puntos de referencia.

Primero, en la peatonal de la ciudad. Más de 500 argentinos se subieron al bar Butcher al grito de "el que no salta es un inglés", mientras al lado otros tantos croatas entonaban sus canciones.

El otro punto de encuentro, el Kremlin, tampoco es ajeno a las camisetas. Cientos de argentinos pasean entre tanques de la Segunda Guerra Mundial, submarinos, lanzacohetes y aviones. Todo pintado de celeste y blanco.

Y por último, en el fan fest de Nizhny las hinchadas hacen todo fusionadas. Se ven chicas que pintan banderitas en la cara con témpera, un ruso con un oso en la cabeza, gente vestida de pantera, jugadores amateurs con el sueño de contar con la destreza de aquellos a los que vinieron a ver, metegoleros de ambas casacas y hasta concursos de jueguitos. Todo juntos. Todo sin camisetas.

La ciudad es bellísima. Tiene cúpulas doradas, murallas, el río Volga (el más largo de Europa) domina la vista con sus puentes excepcionales que lo cruzan. Pero eso sí, la seguridad es extrema: para recorrer los tres puntos (el centro, Kremlin y fan fest) hay que pasar tres detectores de metales, revisaciones a pulso bien exhaustiva y de todos los objetos.