Los jugadores quieren enfrentarse a Chile de nuevo, sí o sí. Ruegan que no llueva, porque sólo piensan en la revancha. Es que los muchachos tomaron ese empate del jueves ante los trasandinos como una derrota. En ningún momento digirieron el haber dividido los puntos. Ni siquiera ayer, antes y después de la contundente goleada sobre el débil Uruguay (por 20-0), pudieron sacarse de sus mentes el dibujo imaginario del nuevo choque ante los chilenos. Y, como en Rosario, los nubarrones ya amenazaban anoche con lluvia para hoy, por ahí el partido final no se juega.

De disputarse, la Argentina y Chile, estarán viéndose las caras bien tempranito (desde las 10 de la mañana) y el ganador se quedará con la corona (de empatar, jugarán alargue y, de ser necesario, definirán en penales). Si la lluvia impide que se juegue el clásico entre trasandinos, el equipo de José Martinazzo se consagrará campeón panamericano, debido a que terminó primero en la ronda inicial por mejor diferencia de gol.

Mucho tuvo que ver en ésto último, la concluyente victoria de ayer ante Uruguay por 20-0, por lo que los Albicelestes superaron en ese ítems a los chilenos, quienes finalizaron con los mismos puntos que los argentinos, pero pierden en cuanto a goles.

Poco se puede contar -y, por ende, analizar- del cómodo triunfo ante los orientales. Los argentinos debían ganar por más de nueve goles porque en la previa Chile había vencido a Colombia por 9-2 y casi a media máquina no tuvieron problemas en conseguirlo.

Para el técnico José Martinazzo sería ideal poder jugar de nuevo con Chile, porque de esa manera podría probar nuevas variantes. Y de paso darle la chance a sus dirigidos que recompongan la imagen que dejaron justamente ante los trasandinos. Igual, el coach está plenamente conforme con el rendimiento de todos sus jugadores.