Cuando no hay un camino, difícil es llegar a un destino. Pasa en la vida o cuando se quiere viajar a algún lado. No es ciencia, es lógica. Una vez te puede salvar Messi, dos veces, pero no siempre. Hoy no fue Lio el salvador –erró como nunca un penal- y, al no haber un plan, sólo fue empuje y arrestos individuales. A la postre resultó un empate contra un tosco Islandia que celebrará este partido por los siglos de los siglos.

Sampaoli, cuando trastabilló en las Eliminatorias, dijo que lo que necesitaba era “tiempo de trabajo”. Lo tuvo ¿y ahora? Lo más dramático de este arranque mundialista no es el pobre empate, es a dónde se podrá llegar con este equipo que no juega a nada. Y en el horizonte cercano la recuperación tendrá que darse con el rival –a priori- más potente del grupo: la Croacia de Modric. Malas noticias, por cierto. El vaso medio lleno es que si sale airoso de ese partido, puede ser un puntapié inicial para mejorar de cara a lo más difícil que son los cruces eliminatorios.

Visto que difícilmente Sampaoli logre un funcionamiento en el tiempo que resta, tal vez deberá apostar a ajustar clavijas en los lugares más calientes, apretar los dientes y que sea lo que tenga que ser. 

Pero hay que ser justos. Es difícil cargarle toda la responsabilidad de este presente opaco al nacido en Casilda, porque agarró un hierro caliente y metió mano en el equipo, aunque no en el ‘círculo rojo’ de Messi, que hasta ahora ningún DT pudo romper excepto por la salida -tardía- de Lavezzi. Vaya que si se la jugó poniendo a Meza, Tagliafico y Salvio en el 11 inicial contra Islandia. Pero también hay que decir que lo que pase en el Mundial, bueno o malo, quedará él en la retina de los argentinos. Será ‘La Gloria o Devoto’ para Sampaoli, parafraseando al ‘Narigón’ Bilardo.