Locura total. El gol de Sergi Roberto a los 95 minutos desató la algarabía en el Camp Nou. Jugadores y público se unieron en un abrazo imaginario.

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Hasta ayer ningún equipo había logrado remontar un 0-4 en serie de partidos de ida y vuelta. Pero claro, ninguno de esos equipos era el Barcelona. Éste de Messi, Suárez y Neymar, el tridente sudamericano al que se suma la exquisita calidad de Iniesta y el aporte de un grupo de jugadores que creía en lo imposible y con una goleada histórica 6-1, le tapó la boca a todos aquellos que los habían ‘matado’ tras la falsa actuación que tuvieron 15 días antes en París. 


Podrá discutirse que lo ayudaron con el penal cobrado a Suárez que Neymar convirtió en gol y en el que no le cobraron a Mascherano cuando con su mano barrió y tocó la pelota (igual al que le dieron a Argentina en el Mundial ‘78 por la mano del francés Tressor); lo que no admite contra es que ayer en la cancha un equipo salió decidido a torcer la historia y el otro se apichonó. Uno quiso y logró la gloria en el último minuto del alargue y el otro no quiso y naufragó a un paso de la costa.


Sin un Messi tan desequilibrante, al Barsa le alcanzó y sobró con su actitud. Tres momentos marcaron la historia del partido. El primero, cuando Lio convirtió el tercer gol de penal a los cuatro minutos del segundo tiempo y corrió a buscar la pelota al fondo del arco porque estaban a un gol de empatar la serie. El segundo instante ocurrió en el minuto 85 (40 del segundo tiempo) cuando Di María disparó desviado, en realidad lo tocó y convirtió falta Mascherano, y se perdió el 2-3. El último, no fue el gol de Sergi Roberto. Para nada. Fue la acción de Neymar, que convirtió el 5-1 en el minuto ‘90 y, al igual que Messi, sin oposición francesa alguna, corrió buscó la pelota y partió para sacar del medio y buscar la gloria.
 


Capitán de tempestades
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No brilló e incidió como otras veces, pero aportó su granito de arena. Mostró ese sacrificio que muchos le recriminaron no tuvo en París. Sin ser el superhéroe de otros partidos, Leonel Messi apareció en un momento clave, cuando asumió la responsabilidad de patear el penal y convertir el 3-0.
El capitán manejó el timón con firmeza y su barco llegó al puerto de los cuartos de final.