"Trabajamos para intentar jugar bajo una idea de juego, pero enfrentamos a un rival que juega bien. Espero que con el tiempo el equipo vaya jugando mejor. Es importante sumar y dar una buena imagen". 

De la noche a la mañana no se puede dar un golpe de timón muy grande y Jorge Almirón, a segundos del debut de su San Lorenzo, lo sabía. Los abrazos de sus jugadores al final avalaron una cuestión de casi supervivencia: el Ciclón necesitaba llevarse algo de la cancha de Vélez y se lo llevó.

La receta de Almirón se vio sólo en partes. El nuevo entrenador paró un 4-5-1 con Belluschi y Ariel Rojas de volantes internos y Botta y Merlini por los costados con perfiles cambiados. La presión de Vélez en todos lados y el estilo Heinze impregnado en el equipo acorralaron a San Lorenzo durante diversos momentos.

El palo ante un remate de ese demonio que es el pequeño Thiago Almada, otra vez el palo ante un tiro libre de Robertone, las manos y el cuerpo de Navarro, el nivel discreto del Monito Vargas y la repetida ineficacia de Vélez le dieron aire a San Lorenzo, que también llegó, pero Alexander Domínguez ahogó las dos más claras, que fueron de Reniero.

Ya lo sabía, pero Almirón constató que deberá trabajar mucho para modificar a este San Lorenzo que lo desnudan como nada esos 11 puntos en 11 fechas del torneo. Atlético Tucumán, es fin de semana, será la antesala del clásico con Huracán, ni más ni menos. Ahí, todo Boedo quiere que aparezca un nuevo y esperado Ciclón.