De un tiempo a esta parte, los boxeadores profesionales sanjuaninos lo único que suman son derrotas. Y perder se puede perder, en cualquier deporte y en el boxeo tanto o más que en cualquiera de ellos. Ahora bien, hay victorias a lo pirro y derrotas sin pena ni gloria. Ambas coinciden en un punto. No aportan nada a quien gane o pierda. Antenoche, en Pérez, Santa Fe, el púgil rawsino, Carlos Jorge Luis "Bebe" Sardinez (51,8 kg) (16-4-0, 2KO), perdió por puntos en fallo unánime ante el mendocino Kevin Muñoz (52 kg) (11-0-0, 4KO) en una pelea donde el lasherino expuso por primera vez su título sudamericano de peso supermosca.

Sardinez, que subió al ring con la camiseta de Unión, club del que es hincha y vecino en Villa Krause; expuso un atributo que caracteriza a los "azules" voluntad; pero careció de la rebeldía que lleva al equipo de fútbol rawsino a ser reconocido. Toda la noche buscó una pelea para la que se notó no estuvo preparado. Un diez en el aspecto físico, porque de manera obcecada y reiterativa buscó a un fantasma. Pero aplazado en cuanto a atributos técnicos. A lo que se sumó la falta de respuestas tácticas en su rincón para indicarle como cortar las salidas de las cuerdas a Muñoz, que siempre se le escabullía sobre su mano más potente (la zurda), lo del sanjuanino fue un ir e ir, sin sentido.

Le faltaron muchas cosas, entre ellas la bronca para obligar a pelear a un boxeador que cuenta con exquisitos recursos de los que saca provecho: altura, alcance, velocidad y precisión; pero que carece de potencia y deja dudas sobre su carácter porque no se animó a forzar la pelea para ganarla antes del límite, aún cuando tuvo pasajes muy favorables. Entre la elegancia sin poderío de uno y la monotonía técnica y estratégica del otro, la pelea mutó en una "peleíta".

Muñoz pasó el éxamen, pero se conformó con eximirse cuando podría haber sacado un sobresaliente. Sardinez sumó otra derrota. Y no una más. Una de aquellas que condicionan el futuro, porque lo alejan de peleas importantes -aunque tiene firmada una para marzo en Miami en la que cobrará en dólares- y lo condenan a la condición de probador. De púgil escalera para las figuritas en ascenso, que en el sufrido oficio del boxeo no es indigno, pero si peligroso porque se acostumbran a perder y en cada combate van dejando jirones de su humanidad.