4-3-3 o 4-3-1-2, cualquiera sea el formato, Argentina será Argentina juegue donde juegue y contra el que sea. Ese es el resumen trascendental del triunfo ante Portugal en Suiza porque Batista dejó en claro que la filosofía a manejar en este proceso pasará por el manejo de la pelota, por el respeto, por elegir el mejor camino con paciencia, sin apuros y con calma. Argentina será Argentina. Eso quedó plasmado más allá de lo anecdótico del triunfo.

1 LIVIANITOS

La primera apuesta del "Checho" ante los portugueses fue a los livianitos. Lejos de parar un nueve de área, la elección fue darle aire a la velocidad del trío Di María-Messi-Lavezzi. Con ese tridente desnudó lentitud en la zaga portuguesa y generó desequilibrio en cada maniobra. Argentina fue profunda, mostró atrevimiento, verticalidad y mucha capacidad para sorprender. Ese primer paso fue ganador para Batista y luego, cuando movió el banco y retocó el modelo, nunca se jugó por quitarle velocidad al ataque. Esa será una constante porque 9 de área, no abundan en la cartelera nacional. Una elección que es posible solamente con la presencia de Lionel Messi, un elegido que resuelve problemas como el no tener un referente de área a partir de su magia.

2 BUEN PIE

El trío inicial de Banegas-Mascherano-Cambiasso que luego mutó a un mediocampo con enganche con Pastore en esa posición, mantuvo siempre al pie de la letra la convicción de jugar la pelota a ras de piso, sin apuros, con categoría y sin necesidad de dividirla para avanzar. Esa constante tal vez sea la arista más saliente de este primer amistoso del año. La pelota no se mancha nunca y para volver a las fuentes es más que un primer paso en este ciclo post-Maradona en el seleccionado nacional. La elección de Batista no es casual y por más que las lesiones u otros imprevistos le saquen del manual los nombres iniciales, Argentina será esto: un equipo con mucha velocidad, con mucha profundidad y con una enorme vocación por hacer de la pelota, el instrumento para llegar más y mejor al arco rival.