Felicidad millonaria. Luego de 42 años se volvió a jugar una final entre River y Boca, que quedó para el Millonario ante un estadio Malvinas Argentinas de Mendoza colmado y sin incidentes para hacer más completa la fiesta.

Gerardo Alaniz y Ariel Poblete

Enviados Especiales.

No hay comparación. Es inútil seguir buscando cuál clásico del mundo se parece a un Boca- River, un River- Boca. Es distinto a todos porque el fútbol argentino, pese a todas sus desprolijidades y excesos, se vive como en ningún otro sitio del mundo.

Entonces, el superclásico trepa hasta el número uno de los derby del planeta, tal cual lo catalogó hace unos años un periódico británico como el principal espectáculo que hay que observar antes de morir. Anoche, con un Malvinas Argentinas repleto con 42.000 espectadores y sin disturbios, quedó ratificado lo que genera un choque entre los "primos".

Hubo fiesta en la previa y durante el encuentro. Lógicamente uno celebró, River en este caso, y otro se fue mordiendo el polvo como le sucedió a Boca. Se trató de la segunda vez en la historia que los máximos rivales argentinos definían un título mano a mano, esta vez en Mendoza. Y a diferencia de lo que ocurrió en 1976, esta vez el éxtasis se fue para Núñez.

Campeón. River, que no viene bien en la Superliga, pegó justo para vencer a quien hoy es el mejor equipo del fútbol argentino.


El contexto con las dos hinchadas a pleno, lo hacen al Boca-River un volcán de pasión. Y en tiempos donde la irracionalidad está muy latente, anoche se vivió un "oasis", que sin dudas debe servir como punto de partida para refundar de una vez el fútbol argentino. Porque no hubo casi disturbios, salvo hechos menores y aislados que nunca opacaron el superclásico del fútbol argentino.

Claro, en la cancha, los futbolistas se dedicaron a lo que deben y entonces se hizo todo más sencillo. El árbitro, Patricio Loustau, y sus cinco asistentes fueron espectadores de lujo al pasar desapercibidos.

Hubo un merecido ganador como River que aprovechó sus momentos y ratificó que bajo el mandato de su "Napoleón", Marcelo Gallardo, la historia ante los "primos" casi siempre tiene un final feliz.

Porque si River tenía que dar una muestra de carácter la dio con creces en Mendoza. Se hizo fuerte en el peor momento de la gestión del Muñeco e hizo recordar con su actitud agresiva y al límite los mano a mano ganados ante Boca en la Copa Sudamericana en 2014 y la Copa Libertadores del año siguiente, más allá del bochorno del gas pimienta en la revancha jugada en la Bombonera.

A diferencia de lo que pasó en cancha de Racing hace 42 años y con el Chapa Suñé como héroe del xeneize en aquel título del Nacional, esta vez la alegría fue "millonaria".

Con un país que estuvo paralizado durante los 90" en el Malvinas y que tendrá las polémicas eternas del día después de semejante cruce.

Será el tiempo el que ponga en su lugar esta victoria del Millonario en esta gran final. Será el tiempo el que marque cuánto le costará a Boca salir adelante y recuperarse de un duro mazazo. Estaba claro, que el que perdía anoche iba a salir muy mal herido.

Hubo festejo ejemplar en el campo de juego con la siempre hermosa de observar vuelta olímpica. Sin "intrusos ni colados", como ocurre habitualmente en la Champions League.

La alegría en Núñez seguirá por muchos días. Es lógico, pues no todos los días se gana un partido como este: único.


 

Su 12ma copa nacional

River, el más ganador

River Plate llegó anoche a la docena de copas nacionales con la obtención de la Supercopa Argentina ante Boca, en Mendoza, y de esta manera llegó a los 48 títulos oficiales, siendo el más ganador de torneos del fútbol argentino al sumar además 37 Ligas.

La octava del Muñeco

Con la de anoche ya son ocho las vueltas olímpicas del Gallardo como DT de River. Así, quedó a uno de Ramón Díaz como el entrenador más ganador en la historia del club. El primer título fue la Sudamericana 2014 y el último la Supercopa Argentina de anoche.