Vélez le cortó a Boca una racha de tres victorias al hilo, lo superó en la tabla estirando su invicto a 12 encuentros y mantiene su ilusión de seguir en la pelea para meterle presión a River en lo alto de la Liga Profesional: festejó por 2-0 en Liniers sacando provecho con contundencia de un encuentro apretado y sin demasiadas emociones.

El primer tiempo comenzó muy parejo en las áreas, aunque fue el equipo de Mauricio Pellegrino el que controló el balón sin profundidad ante un oponente que optaba por replegarse y esperar para atacar de contra.

La primera mala noticia para los de Sebastián Battaglia fue la salida por una luxación de hombro de Marcelo Weigandt poco antes de la media hora de juego. Y a los 38 llegó la segunda: el Fortín tuvo unos minutos de inspiración en las que generó un ataque con mucha gente y, tras un rechazo en el área, la pelota le quedó en soledad por izquierda a Federico Mancuello, quien se acomodó y batió a Agustín Rossi con un remate fuerte a su ángulo izquierdo.

El segundo tiempo también se inició con un local protagonista, que podría haber aumentado con un disparo alto de Thiago Almada. En lo que siguió, fue el anfitrión el que le dejó el dominio a la visita, pero su frustrante noche se hizo más clara: con el balón en su poder, quebrado en sus líneas, siguió sin patear al arco en todo el desarrollo.

A la media hora, el ingresado Luca Orellano tomó la lanza en un contraataque y Marcos Rojo lo frenó en el área de un manotazo que debió ser penal y expulsión, pues ya estaba amonestado. Vélez demostraba que podía estar más cerca del segundo que Boca de empate. Y así fue que, a los 44, otra combinación entre los buenos ingresos dispuestos por Pellegrino derivó en la cifra final: Agustín Mulet jugo rápido para Cristian Tarragona, quien también recorrió en velocidad todo el campo xeneize hasta vencer a Rossi por izquierda, con un tiro a su palo.

Entonces sí, la fiesta fue completa en Liniers. Vélez celebró con su gente mantener su fe en llegar a pelear mano a mano con River por el título. Ocho puntos parecen mucho. Siete jornadas, también.