Adrián Galván es un nombre emparentado con el fútbol de San Juan. A los 36 años, el ex-jugador de diferentes clubes de la provincia, está pasando uno de los momentos más complicados en el orden familiar porque su hijo mayor, Agustín, de sólo 5 años fue atacado por un virus que se le alojó en una de sus caderas desde hace 10 días. Tanto dolor y tanto sufrimiento llevaron a que Agustín sufriera convulsiones por la infección y que lo operaran dos veces en sólo tres días. Hoy, se recupera lentamente y Adrián -su papá- empezó a ver la vida de otra manera.

-¿Qué significó para vos la enfermedad de Agustín?

-Es el partido más difícil de mi vida. Lo estoy viviendo aún y eso me ha hecho ver la vida de otra forma. Nunca imaginé sentir la desesperación y la impotencia de ver cómo se está muriendo tu hijo y uno no puede hacer más nada. Fue terrible verlo sufrir como lo vimos con mi esposa. Sus llantos, su dolor, son cosas que nunca olvidaré en mi vida. Hoy, entiendo que no hay plata que compre la vida y juro que entendí que uno a veces se hace problemas por cosas tan tontas que ante cosas como la vida de un hijo no valen absolutamente nada.

-¿Qué pasó con Agustín en realidad?

-Él empezó con un dolor de la parte posterior de su pierna. Estuvo así con esa molestia primero por dos días hasta que ya no aguantó y lo llevamos al hospital. Primero nos dijeron que era un dolor menor y nada más. Después, cuando volvimos a la casa porque no lo dejaron internado, Agustín empezó a llorar ya del dolor. Ahí volvimos al hospital y ya insistí en que lo dejaran internado para saber qué le pasaba. Le hicieron análisis y supieron que era un virus el que tenía alojado en su cadera y le producía líquido y pus. Lo operaron el lunes pasado y a las dos horas, ya estaba otra vez con el mismo dolor. Ahí, me enojé mal y pedí en el hospital que lo atendieran urgente. Lo vieron en la parte nueva del Rawson y el miércoles lo volvieron a operar. Le hicieron una limpieza de la zona y mejoró. Además, ya atacaron el virus con la medicación específica y hoy está evolucionando bien, gracias a Dios.

-¿Temiste por la vida de tu hijo?

-Cuando veíamos que lo operaban y seguía retorciéndose de dolor pese a la morfina que le habían puesto, sentí que se me iba, que yo no podía hacer más. Le pedí a Dios que hiciera su voluntad y nos entregamos a él. Afortunadamente, nos ayudó y Agustín me demostró lo que es tener ganas de vivir para salir adelante.

-¿Se acercó mucha gente del ambiente del fútbol para ayudarlos?

-En mi desesperación, sé que muchos se fueron enterando de a poco. Lo que hizo el Gino Laciar en la previa del partido de Unión-Del Bono cuando contó lo que me estaba pasando, sirvió de mucho. Con Agustín esa noche estuvimos escuchando la radio y nos pusimos a llorar cuando oímos lo que el Gino dijo de nosotros. Le expliqué a mi hijo que en el fútbol se puede ganar y se puede perder, pero que los amigos que te deja es lo mejor de todo. Yo lo viví en este momento tan duro y no tengo más que palabras de agradecimiento para todos los que llamaron. Mi primo Roberto Galván, el Gino Laciar, el Cuca Herrera, todos los chicos de Villa Obrera. Todos, todos se portaron muy bien conmigo.

-Y en medio de todo esto ¿pensaste en la definición del Oficial con Villa Obrera?

-Para nada. De fútbol, de lo que se decidió en el fallo del Tribunal de Disciplina, ni pensé un minuto. Me pasé dos noches y dos días completos pensando solamente en que mi hijo no muera, así que ni hablar de entrenar o jugar. Hoy, lo único que me importa es que Agustín vuelva a ser el pibe que ama el fútbol, que es hincha de Unión y que sólo quiere estar bien para jugar. Como todo niño. Ese es mi próximo campeonato: verlo otra vez siendo un niño.