"Papi, voy a buscar el cargador al auto", avisó Nico (10) a su padre mientras cenaban. Martín Ávila (34, docente) asintió sin imaginarse jamás que a los segundos su rostro iba a desfigurarse, porque el chico era traído a los empujones por tres sujetos encapuchados que lo encañonaban con una pistola y dos escopetas mientras gritaban que querían plata. Ávila quedó paralizado hasta que le salió tirarles su celular y billetera con $3.500, pero eso no conformó a los delincuentes y se lo hicieron saber con violencia, pues le asestaron en la cabeza varios culatazos que le demandaron luego diez puntos de sutura.

Pero sin dudas lo más traumático fue lo que pasó con su hijo, ya que él -pasado de adrenalina- corrió a pedir ayuda a un vecino policía, dejando al niño solo con los asaltantes. "Cuando salgo corriendo veo que habían otros dos tipos afuera, también con armas. Logro saltar un alambrado, chorreaba sangre pero no importaba, iba desesperado y sólo pensaba en mi hijo", expresó. El docente, ya acompañado por el vecino policía, regresó a la vivienda y en ese momento pensó lo peor, porque todo era silencio: "No sabía si lo habían secuestrado, matado, o qué. Gritaba "Nico, Nico" hasta que salió. Me le tiré encima y lo abracé, los tipos ya se habían ido. Es totalmente desconcertante la violencia y la cantidad de gente para asaltar a un docente que gana dos mangos", se quejó la víctima, que trabaja en la Escuela Boero. La banda escapó con dos televisores más el celular y la billetera.

Todo ocurrió a eso de las 23.30 del martes. La casa está ubicada en el callejón Albarracín, cerca de General Acha, en La Cañada, Albardón. A unos 800 metros de allí, sobre Aberastain, el mismo grupo atacó a un hombre de apellido Guzmán cuando ingresaba a su domicilio y le arrebató algo de dinero y el celular. Mientras que en una casa de enfrente no pudieron ingresar pese a que patearon violentamente la puerta. Ayer en la zona había malestar con el policía que estaba de turno en la casilla apostada en el cruce de General Acha y Albarracín, lugar al que llegó el docente cuando pudo escapar de los delincuentes. "Entre todos los vecinos le movíamos la casilla, pero salió y dijo que no podía hacer nada, solamente pedir apoyo. Le gritaba que por favor hiciera algo, que al menos me diera su arma, le decía que me iban a matar a mi hijo, pero no hizo nada", reprochó Ávila. Tanto él como otros vecinos afirmaron que evalúan mudarse por temor a nuevos ataques. La mira está puesta en la Villa Mariano Moreno de Chimbas, ubicada del otro lado del margen del río.