El juez del Tribunal de Impugnación Juan Carlos Caballero Vidal (h) liberó ayer bajo fianza personal a Gabriela Núñez, la mujer de 28 años, madre de 4 chicos, que la mañana del 2 de octubre pasado mató de un ladrillazo en la nuca a su expareja Gonzalo Martínez (25), en la vereda de su casa en el Lote Hogar 12, en Pocito. La fianza personal significa que la imputada, al no tener dinero, deberá proponer un fiador personal que responderá económicamente por ella con la suma de $100.000, en caso de que la acusada quebrante las reglas de conducta que le impuso el magistrado mientras permanezca en libertad.

La joven había sido detenida el mismo día del crimen y enseguida en la UFI de Delitos Especiales le atribuyeron un homicidio agravado por el vínculo y la alevosía, que se castiga con perpetua. Pero ayer el juez compartió el planteo de la defensa de la acusada sobre el hecho de que no se probó que se fugará ni obstaculizará la investigación y sobre la posibilidad que cometiera un homicidio en estado de emoción violenta agravado (con penas de 10 a 25 años), por la "intensa conmoción de ánimo, por un motivo moralmente relevante y la reacción inmediata (que tuvo) ante la permanencia de circunstancias lesivas". Así, porque esa madrugada, alrededor de las 5,30, Martínez se metió de prepo a la casa de la mujer, llegó hasta el dormitorio donde estaba con su nueva pareja, Marcelo Roca (20), y el pequeño hijo en común con Martínez. Y luego de forcejear con la dueña de casa, atacó al joven con una botella, que se rompió en el ataque y se la clavó en una pierna. Roca y un amigo que dormía en la casa huyeron. Martínez continuó en la casa donde lo vieron armarse un porro (un análisis reveló que tanto ella como Martínez habían consumido estupefacientes) y luego se quedó a dormir. Cuando se estaba por ir y ya se subía a un remís, ella lo llamó para decirle que se llevara su campera. Entonces volvieron a discutir y cuando él giró para enfilar hacia el remís, ella le dio un ladrillazo en el costado trasero izquierdo de su cabeza que lo tumbó para siempre. "Con él siempre era lo mismo, amenazas, golpes, abusos... yo no tenía que estar con nadie más que con él (...) yo le largué el ladrillo pero no sabía que le iba a pegar, quería que me dejara tranquila, nada más", había declarado ante el juez, entre lágrimas. Mientras no consiga un fiador personal, no saldrá.