Un crimen pasional. De eso, los pesquisas no tienen dudas: porque desde el entorno íntimo de Rubén Darío "Merlusa" Quiroga (50) les habían dicho que se veía con una chica de 23 años (Glenda Aciar) que está en pareja y tiene una hija de un hombre de 31 (Luis Montaño). Y ayer, sobre las 16, lo confirmaron: la propia mujer les confesó, informalmente, que su relación con Quiroga existía, que su pareja se enteró y que fue él quien lo mató, le prendió fuego y lo enterró. Anoche, policías de Criminalística buscaban los restos de Quiroga al lado de un pozo negro cercano a la casa de los sospechosos, en inmediaciones de la Ruta Nacional 150 y la calle Tiro Federal, en Rodeo, Iglesia, confirmaron fuentes policiales y judiciales.

La principal hipótesis es que Quiroga pudo ser asesinado por lo menos de un golpe con un elemento contundente. Que luego su cuerpo fue incinerado y que lo que quedó del cadáver fue enterrado para hacerlo desaparecer, literalmente. El propio juez Javier Alonso dirigió ayer en persona la investigación en el lugar del hecho, zona a la que también arribó el jefe de Policía, Luis Martínez.

En base a las pruebas, el juez decidirá si hubo o no un homicidio castigado con perpetua.

Ayer, los policías suponían que la propia joven sirvió de anzuelo para atraer a Quiroga hasta su casa o en una zona cercana, y que allí fue sorprendido por Montaño. Tampoco se descartaba que la ahora detenida hubiese sido parte en la ejecución del crimen, es decir que también hubiera atacado a Quiroga, pues ella a su pareja le decía que era la víctima quien la perseguía y la molestaba, indicaron.

Fueron los policías de Homicidios de la Brigada de Investigaciones quienes desentrañaron la trama sobre la repentina desaparición del "Merlusa", denunciada por su tío el último 30 de mayo. Si bien una odontóloga había dicho que lo vio por última vez el 27 de mayo, los investigadores creen que Quiroga pudo ser asesinado entre la noche del 23 y las primeras horas del 24 de mayo. Presumen que pudo salir de apuro, porque en su casa, ubicada en los fondos de una propiedad en la que también vive su tío (al lado del "Templo Viejo"), habían quedado su billetera y su teléfono.

Durante los últimos días, los uniformados habían protagonizado un intenso rastrillaje en Rodeo y sus alrededores, con perros, con drones, con buzos, con el helicóptero de la provincia. Y nada sirvió para encontrarlo.

Hasta que los investigadores de homicidios empezaron a desentrañar la vida íntima del ahora fallecido, y se toparon con esa relación con tintes prohibidos que involucraba a Glenda Aciar.

En los próximos días la pareja será indagada por el juez Alonso quien, en base a las pruebas, decidirá si les imputa o no un crimen castigado con perpetua.