De vuelta a prisión. El docente está preso desde el 17 de febrero de 2017 y ayer un juez decidió que siga allí: lo condenó a 12 años por violar a su hijastra.

Fue una filtración lo que permitió descubrir el tremendo delito. De algún modo, alguien del entorno laboral del sospechoso, que es docente pero trabajaba de cartero en Caucete, accedió a las fotos de su hija en poses eróticas que tenía en su teléfono, las grabó en un CD y las hizo llegar a unos policías. Y esos policías le pasaron el soporte informático con 14 imágenes a la Asesora de la Niñez, Patricia Sirera, que en el acto puso la denuncia y motorizó una investigación con un resultado bastante previsible: el docente, de 46 años, terminó preso el 17 de febrero de 2017. Y así seguirá, porque ayer el juez Juan Carlos Peluc Noguera (Sala II, Cámara Penal) lo condenó a 12 años de cárcel, tres menos de los que pedía la fiscal Leticia Ferrón de Rago, pero por el mismo delito, abuso sexual con acceso carnal agravado por ser guardador de la menor, es decir alguien que debía velar por su educación y su cuidado en lugar de someterla a ultrajes sexuales entre los 10 y los 14 años, dijeron fuentes judiciales.


Fue un caso complicado para las autoridades judiciales, pues la propia niña y su madre, intentaron empecinadamente hacer creer que el autor de los vejámenes había sido la pareja de la abuela materna de la niña. Y que otras personas habían sacado las fotos.


Pero en opinión de la fiscalía, numerosas pruebas derribaban esa versión. A saber: la niña dijo que dos primas suyas les sacaron esas fotos, una de 18 años que lo negó rotundamente y hasta habló de no tener buena relación con ella. La otra prima que la chica mencionó tenía 2 años.
El informe psicológico del imputado y la nena fue también contundente, pues revelaron que la niña presentaba conductas muy erotizadas para su edad y otros indicadores de que había sido víctima de abusos. Y del hombre que la crió como si fuera su hija hasta que comenzó a tratarla como su mujer, dijeron que es básicamente narcisista, en otras palabras, alguien a quien le importa sólo él y trata a los demás como cosas.


También hubo numerosos testigos, como los que dijeron haber visto el trato llamativamente preferencial y el sospechoso modo de acariciar o tocar a la niña, sus excesivos celos y su manera de controlarla (hasta su actividad por Facebook) que se emparentaban más con los de un hombre celoso que con los de un padre protector, describió la fiscal.


Los defensores Fernando Bueno y Hugo Uzair habían pedido que su cliente fuera desligado por el beneficio de la duda. Ahora, podrán pedir la revisión del fallo en la Corte de Justicia.