Los operativos habían sido exitosos. Sólo restaba salir con el último detenido, el ex boxeador con antecedentes Wladimir Jara (45) y las pruebas que lo complicaban: tres celulares, dos chips y los 538 pesos que, se sospecha, consiguió vendiendo droga. Lo único que preocupaba a los policías de Drogas Ilegales era ese centenar de curiosos apostados en semicírculo a metros de la casa del sospechoso en el barrio Felipe Cobas, Caucete. Acostumbrados a procedimientos con finales a pedradas y algún que otro disparo, encararon los 50 metros que separaban la vivienda del móvil policial, rápido, con dientes apretados y super atentos, a pesar de la protección que les daba el grupo Geras. Sin embargo a las 22 del viernes más de uno se sorprendió: esta vez no hubo piedras ni tiros ni insultos. Apenas avanzaron los primeros metros, los policías se calmaron cuando la gente comenzó a aplaudirlos y a darles muestra de apoyo, evidente signo de respaldo a su trabajo y, en paralelo, desahogo y reproche hacia ese cuestionado vecino, dijeron ayer fuentes policiales.
Los más memoriosos en Drogas Ilegales aseguraron ayer que es la primera vez que se topan con esa actitud de beneplácito en la gente por su trabajo en la fuerza combatiendo el narcotráfico.
Jara había sido detenido en su casa de la calle Córdoba (donde también hallaron restos de marihuana y cocaína) y minutos después su presunta cómplice, que vive a unas cuatro cuadras por la misma calle, pero en el barrio Área I. La mujer caminaba por el techo y los pesquisas están convencidos de que lo hacía para evitar el acecho policial y, lo más probable, colarse hacia la vivienda para deshacerse de la comprometedora evidencia que ocultaba.
Pero no hubo caso: Gabriela Osuna (29) fue detenida en el mismo techo de su casa, en cuyo interior los policías confirmaron el trabajo de investigación que habían realizado en los últimos 20 días: la mujer escondía un trozo de 83 gramos de cocaína, otro más con 229 de marihuana, una balanza digital de precisión y una licuadora. Y también una escopeta calibre 12.70 y una notebook que, se sospecha, pueden ser robadas.
Los investigadores sospechan que Osuna tenía la droga y Jara le pedía sólo lo que iba a vender. Pero será el juez federal Leopoldo Rago Gallo quien resuelva si esa hipótesis prospera judicialmente.

