Dos de abril: un sujeto que era buscado por violar su régimen de salidas de la cárcel y también porque sospechaban que había tiroteado junto a su hijastro una casa detrás de la exbodega Cavic, en Concepción, Capital, fue detenido en el barrio 19 de Noviembre, Chimbas, con casi 2 kilos de marihuana fraccionada y unos 50.000 pesos. Tres de abril: dos autos fueron quemados con diferencia de minutos, a escasos metros y de manera intencional en el mismo barrio de Chimbas, supuestamente por dos sujetos que andaban a pie. A simple vista, la pertenencia al mismo barrio chimbero es la única conexión entre la detención del supuesto narco y el atentado con fuego que dejó sin su Ford Ka a Gastón Alaniz y sin su Renault 11 a Pablo Marín.

Sin embargo algunos investigadores manejan la hipótesis de que tras la caída del narco, los incendios sucedieron exactamente a la noche siguiente, como supuesta venganza por su captura. Las familias afectadas por esos atentados habían dicho que no sabían por qué los habían atacado.

¿Cómo probarlo? he ahí el problema. "Nadie del barrio que sepa o tenga pruebas va a atestiguar, porque en ese ambiente se impone la amenaza y los hechos, recurren a los tiros sin más vueltas", describió un jefe policial.

El supuesto narco se llama Pablo Neira, tiene 35 años y, al parecer, muy pocos sabían que se refugiaba en una casa de la manzana G del barrio 19 de Noviembre, justo la manzana donde vive la familia Alaniz.

El 2 de abril pasado, efectivos de la Brigada Norte lo apresaron con la droga y el dinero, mientras que en un operativo simultáneo otros policías de la misma área apresaban a su hijastro Nicolás Vargas (20) nieto del conocido "Nariz" Vargas, un renombrado delincuente, ya fallecido, que era hijo de un excomisario.

La versión policial fue que la actual pareja de Vargas había sido novia de un miembro de la familia Carrizo que vive en calle Paraná, detrás de la ex Cavic. Y que por problemas surgidos de esa situación, Vargas y su padrastro Neira fueron en moto a tirotear la casa de los Carrizo el 26 de marzo pasado, obligándolos a arrojarse al piso para no ser alcanzados por las balas.

Vargas fue ligado a ese hecho pero no a la droga. Neira en cambio volvió a la cárcel y debe enfrentar cargos por el ataque a tiros y por la tenencia de la droga, con fines de comercialización. Lo que buscan descifrar los pesquisas es si ordenó los ataques incendiarios a los vecinos del barrio donde se escondía.