Lo que le dejaron. Yésica Pizarro y sus hijos trataban de poner en su lugar lo poco que les quedó. Esa cama fue recuperada gracias a que ella llegó a su casa cuando los ladrones se la estaban llevando.

Una mamá soltera salió el domingo al mediodía con sus 3 hijos pequeños para ir a votar y durante su ausencia saquearon su casa. Literalmente la vaciaron: robaron la heladera, los colchones de las camas, dos roperos, el coche del bebé, parte de la ropa y la garrafa de la cocina, entre muchas otras cosas. Es más, la chica llegó cuando los ladrones estaban acarreando la única mesa que tenía y una cama de dos plazas, ya desarmadas. Además, como no pudieron llevarse su moto, la destruyeron y le tiraron azúcar en el motor.


Lo increíble es que los ladrones serían vecinos de la misma Villa Chacabuco, donde vive la joven mujer. Los delincuentes, con total impunidad, entraban y salían de la casa llevándose las cosas y los vecinos no hicieron nada. Tampoco llegó la Policía pese a que cerca de ahí funciona la Motorizada Nº4. 


Esto pasó el domingo a la tarde. Yésica Pizarro (27) y sus tres nenes, de entre 1 y 6 años, estaban en el domicilio de una familia amiga en Pocito cuando la llamaron al celular: ‘Vení ya. Están desvalijando tu casa’, le dijeron. La chica llegó a las 20 del domingo a su vivienda y se topó con los ladrones. ‘Se estaban llevando mi cama y la mesa. Eran cinco. Tiraron todo y salieron corriendo’.


La puerta estaba rota y la casa, casi vacía. ‘Entraron a hacer daño. Me robaron hasta los colchones de la cama de los niños que me dio el municipio y la mercadería. Soy pobre, vivo de la asignación universal por hijo y de lo que gano a veces limpiando casas’, aseguró la joven mujer. Le robaron hasta la heladera y el televisor, también el coche de su bebé, dos colchones, las zapatillas y ropa de los nenes, una mochila con útiles, dos roperos, ollas, platos, cubiertos, la garrafa de la cocina, dos estufas, una pava eléctrica y 200 pesos que tenía. No pudieron llevarse la Yamaha 125cc, pero la destruyeron.


Pizarro es mendocina, estuvo viviendo un tiempo en Pocito y hace un año que reside en esa villa de Rivadavia. ‘No sé qué voy a hacer. Tengo miedo a que vuelvan a entrar. De última tendré que vender e irme. No quiero estar más acá’.