Violento. El asfalto y parte de la vereda quedaron cubiertos con vidrios y sangre del empleado al que golpearon en la cabeza con un arma.

Atravesaron una moto a la camioneta, rompieron la ventanilla del chofer, lo golpearon, robaron el maletín con $800.000 y huyeron. Todo en segundos, en una transitada zona del centro y a plena luz del día. Los artífices del audaz ataque fueron tres delincuentes, que a bordo de dos motos y a punta de arma interceptaron la VW Saveiro en la que circulaban dos empleados de la sucursal YPF de Avenida Rawson y Diagonal Don Bosco, Capital, identificados como César Toro (70) y José Ferrari (61), dijeron fuentes policiales.

Según los voceros, los empleados salieron a eso de las 10 de la estación de servicio y se dirigían a un banco para depositar la importante suma. La sospecha de los investigadores es que los delincuentes estaban enterados de esa maniobra y que no se trató de un asalto al voleo. Todo indica que los fueron siguiendo desde que salieron por calle 9 de Julio hacia el Oeste, hasta que unos metros antes de llegar a Aberastain decidieron dar el golpe: cruzaron una de las motos delante de la camioneta para que no pudieran seguir avanzando y uno de los motochorros se encargó de alzarse con el botín. Para eso rompió la ventanilla del conductor, le dio un culatazo en la cabeza y sustrajo el maletín con el dinero, que estaba entre los dos empleados. Y escaparon a toda velocidad por Aberastain rumbo al Sur.

La calle y parte de la vereda quedaron llenas de vidrios y también de sangre pues, por el golpe, Toro sufrió un corte en la cabeza. Luego fue asistido y se determinó que no era nada grave, informó la Policía.

"Fueron segundos. Escuchamos gritos y cuando salimos corriendo ya había pasado todo", dijo un albañil que trabajaba en una obra frente a donde fue el asalto.

El caso fue denunciado en el acto en la seccional 1ra de Capital, pero enseguida tomaron intervención pesquisas de las distintas brigadas de investigaciones.

Los investigadores recorrieron la zona con la intención de buscar posibles registros en cámaras de seguridad cercanas a donde ocurrió el hecho. En paralelo trabajaban con los datos aportados por los empleados de la estación de servicios en cuanto la apariencia física de los motochorros, pero lo cierto es que poco pudieron contribuir porque los sujetos tenían los rostros cubiertos con los cascos.