El juez Martín Heredia Zaldo procesó a un religioso por aberrantes delitos sexuales contra tres hermanitos a los que el acusado les dio su apellido.

Trece años de amistad y que su amigo fuese un actio militante de la religión mormona, fueron para una desbordada madre de cinco hijos como una bendición, pues así ella podía salir tranquila a trabajar como doméstica de 7 a 16, mientras un mayor responsable cuidaba de sus niños. Por eso no resultó extraño que lo dejara convivir en su casa de Rawson, al fin, ese sujeto le llevaba sus tres hijos más chicos (los mayores eran jóvenes) a la escuela, las nenas a danza y de paso aparentaba ser un ejemplo a la hora de inculcar valores y principios para la formación de esos niños. Hasta les leía pasajes de la Biblia cada noche. La empatía fue tal con los niños (las nenas tenían 10 y 5 años, el varón 6) que la mayor de las nenas un día le propuso llevar su apellido. Y él aceptó, también fue al Registro Civil a reconocer como suyos a los otros dos hermanitos, al fin, todos lo querían y respetaban como un padre.


Pero tanta amabilidad escondía propósitos mucho más oscuros. Así, las lecturas de la Biblia comenzaron a concretarse en la cama y amparado por sábanas o mantas, empezó a manosear a los chicos. No faltaron tampoco los juegos sexuales, como el del doctor. Y ya cuando se supo dominador de la situación, llegaron los ultrajes más graves, principalmente contra la mayor, que soportaba todo con la esperanza de que no trasladara su perversión a sus hermanos, según el expediente.


Según la investigación penal, la convivencia había comenzado en agosto de 2014 y cuando concluyó, en abril de 2015, los resultados eran muy lamentables. Cuatro psicólogos y una psicopedagoga dieron cuenta de los tremendos daños que les habían quedado a los chicos: el varón se orinaba o defecaba a la sola mención de la situación traumática. No habló de lo que le hacían a él, como mecanismo defensivo, pero sirvió de testigo de las "cochinadas" que le hacía "su papá" a sus hermanas. Su hermanita menor también había presenciado los ultrajes a sus hermanos y la tristeza, los problemas de aprendizaje o una marcada autoerotización fueron síntomas que para los psicólogos no dejaron dudas de los abusos sexuales que sufrieron.


La ira repentina, la agresividad, una clara muestra de lenguaje adultizado y una sexualidad no acorde a su edad, fueron también factores que confirmaron el relato sin fisuras de la mayor de las niñas.


Fue precisamente esa menor quien no pudo aguantar más un día que la buscó en moto al salir de danza, y en un semáforo en rojo comenzó a manosear sus genitales. Al llegar a su casa se lo dijo a un hermano mayor, este a su madre y el 29 de abril de 2015, lo denunció. Entonces la mujer entendió cabalmente por qué aquella vez su amigo le había dicho que "con los grandes no se podía comunicar, que él solo se comunicaba con los chicos".

Tras 4 años prófugo, el sujeto fue capturado en Buenos Aires. Negó todo. Puede apelar el fallo en su contra

Pero entonces el sujeto huyó hacia Buenos Aires y allí fue capturado recién el 8 de marzo pasado cuando, curiosamente, fue a poner una denuncia en la Policía Federal.


Ahora el juez lo procesó con prisión preventiva a ese sujeto de 40 años, por violar y corromper a las nenas y manosear al varón mientras estuvieron a su cargo, dijeron fuentes judiciales.


Por ahora el fallo no está firme.