"Para nosotros no ha sido un robo, no le han llevado el teléfono, tampoco la computadora... además imposible que se le metan a robar porque él cerraba todo con llave, tenía alarma, todo. Creemos que la cosa va por el lado de lo sentimental, puede haber sido algo así por lo que estaba en bóxers". Eso dijo ayer Darío Carbajal, hermano del policía federal asesinado en Pocito, mientras miraba el trabajo de los pesquisas que fueron a hacer una inspección ocular en la escena del crimen. "No salía con nadie, acá venían solamente compañeros de trabajo a comerse un asadito, una picadita... él era reservado, a mí no me decía nada y yo tampoco le preguntaba", agregó. "No pensamos nunca que le podía pasar algo así, con lo bueno que era", apuntó Graciela Zárate, la cuñada. Ambos por otro lado desmintieron la teoría del robo de dinero de un seguro: "A eso lo cobró hace un montón, en el 2019, cuando murió nuestro papá... era una plata que se repartió entre 5 y que seguro la fue gastando. Y si tenía plata era en el banco, nunca en la casa, no era huev...", aclaró el hermano.

El subcomisario Miguel Ángel Carbajal (54) fue asesinado de dos cuchillazos en el pecho. Fue hallado tendido sobre su cama, en su casa de la Villa Huarpe, en Pocito. Ayer, Iván Grassi, fiscal coordinador de la UFI Delitos Especiales, comandó una reinspección en la vivienda junto a peritos de Criminalística y pesquisas de Homicidios. Según fuentes judiciales, secuestraron algunos elementos de interés para la causa (no trascendieron cuáles) que ahora serán analizados. Los investigadores aún no descartan el robo y deslizaron que la hipótesis es que el asesino fue uno, aunque no desecharon del todo la posibilidad de que hayan participado más.

La víctima. El subcomisario Miguel Ángel Carbajal tenía 54 años.

"Era una excelente persona, simple, humilde, no tenía enemigos, no aparentaba lo que era... el señor de enfrente ni sabía que era subcomisario, mi hermano se ponía un pantalón y una camisa de grafa y se ponía a limpiar afuera... así de sencillo era. La verdad no sospechamos de nadie, no podemos creerlo", expresó Darío. Él fue el último familiar que lo vio con vida, en la noche del sábado: "Me avisó que iba a salir. Me dijo: "Voy a ir a ver un amigo a un kiosquito, voy a ver si está". No sé si habrá ido, tampoco si habrá venido con alguien". Al día siguiente, el domingo, el subcomisario trabajaba por las elecciones. "Le llamé al mediodía para invitarlo a almorzar y no me atendió, supuse que estaba muy ocupado", explicó. Esa noche, sobre las 21, Darío entró a la casa junto a unos compañeros de trabajo de su hermano que todo el día le habían estado llamando y no habían obtenido respuestas. La puerta estaba cerrada, sin llave, y adentro, el horror.

Vino uno de los hijos

Tras el crimen viajó a San Juan un hijo de 21 años de la víctima. Mientras que en Salta quedaron los otros dos, de 14 y 3, al cuidado de su abuela materna. El subcomisario hacía unos tres meses había perdido a su madre a causa del covid-19. Y 7 días después a su esposa (42), que se contagió acá en San Juan.