Una víctima de violencia de género de Malargüe contó en una carta el largo calvario que sufrió desde que hizo la denuncia contra su agresor. Todo comenzó el 3 de septiembre del año pasado cuando la mujer fue brutalmente golpeada y abusada por Esteban Urrutia Leguizamón que en ese momento era su pareja.

Después de un largo recorrido por distintas instituciones estatales -en las que nunca se sintió contenida- la denuncia terminó en un juicio que se llevó adelante en las última semanas. Finalmente, Urrutia fue condenado esta semana a 6 años y 6 meses de prisión por abuso sexual con acceso carnal y daños, según informó el fiscal Javier Giaroli.

Según contaron desde la Comisaría 24 casi todos los días toman una denuncia enmarcada en la violencia de género. Oscar Cinollo, juez de familia, explicó que le llamó la atención la cantidad de mujeres que se han sentido identificadas con la carta de la malargüina. También aclaró que cuando ocurrió el caso la Comisaría se estaba reorganizando.

“Desde agosto del año pasado las cosas han cambiado y fiscalía es la que hace el abordaje primario”, comentó. A lo que agregó: “Igualmente noto que los números han bajado desde que se comenzó a trabajar con fiscalía.”

En tanto desde la fiscalía Giaroli dijo: “He tomado debida nota de lo que puso en conocimiento la víctima y he tomado medidas, para que ese tipo de hechos no vuelvan a ocurrir, como la entrevista en la guardia y la compañía que se le negó.”

Al referirse a la revisión en fiscalía, Giaroli sostuvo que se tuvo en consideración la revisión ginecológica en el lugar mencionado, porque ella trabaja en el nosocomio y pidió que no se realizara allí el examen.

El fiscal se refirió al llamado a testigos y reconoció que es verdad que se la llamó porque en algunos casos sólo tenían los datos de pila y porque algunos de los testigos eran familiares directos de ella.

La carta completa

"No quiero ser una menos"

A seis meses de poner fin a las situaciones de violencia que venía viviendo, de no poder ni siquiera contar mi historia… Hace 6 meses podría haber muerto en manos de mi expareja: Urrutia Leguizamon Esteban Francisco. Me decido  a escribir días previos a un juicio, juicio que para mí perdió su valor a lo largo del camino que tuve que transcurrir. Quiero hacer pública esta carta y dar a conocer las peripecias a las que me vi expuesta por la falta de perspectiva de género existente en las instituciones y organizaciones que intervienen en estos casos y  porque no quiero que otra mujer pase por el terrible manoseo del sistema.

El 3 de septiembre del 2017, fui brutalmente golpeada y abusada. Pasando por la típica pregunta enjuiciadora machista de la sociedad ¿Y vos nena qué le habrás hecho? Acá me detengo y a todos los que se hacen esa pregunta les respondo que nada justifica la violencia, NADA…

A partir de ese día terminaría para mí el ciclo de violencia al que había entrado y no podía o no sabía cómo salir, por miedo, por vergüenza…  Y sin darme cuenta entraría a otro nuevo ciclo de manoseo,  llegue a cuestionarme cual era peor, como para que se den una idea. Todo empezó  en la comisaría de Malargüe, Seccional 24, donde concurrí con marcas en mi rostro, y en una situación de nerviosismo extrema, fui recibida por un Sr. de esos que visten de policía, este hombre ni siquiera recuerdo si dijo buenas noches. En una sala de espera colmada, empezó a interrogarme delante de todas las personas que ahí se encontraban. Primera instancia donde sentí que lo que contaba no era importante y para mí era una verdad traumática, le terminé diciendo si era necesario que todos se enteraran de cómo había sido maltratada.  Al agente  ese le digo hoy que si es necesario que todos se enteren, pero no de mi caso, sino de la manera en que ellos me recibieron. Después  de mi reclamo, deciden aislarme para tomar la  declaración sin permitir el ingreso de ninguno de mis familiares.  De dónde había salido? A dónde me había metido? Me invadían con preguntas, que quería denunciar????!!!!!… Hablé por teléfono con una mujer “ayudante del fiscal” de repente en mi situación me encontraba  en una comisaria, y  hablaba por celular con alguien completamente desconocida, la mujer  se disponía a hablarme de leyes, a preguntarme que quería denunciar si la violencia o el abuso, y a explicarme la condena que implicaría para mi abusador, como si a mí eso me interesara… recuerdo que me advirtió que “Malargüe era chico y que yo iba a quedar como una violada” y bla bla… Q horror! Necesitaba contención, no que me atemorizaran por hacer lo correcto.

Sabía que el paso siguiente era la inspección ginecológica, me mandaron al Hospital, lugar al que  me negué  a ir porque es mi lugar de trabajo.  Me atendieron en la fiscalía, y me dijeron que habían hecho una excepción por ser yo trabajadora de salud cuando era mi derecho ser revisada en el lugar y por el profesional que yo decidiera.

El mismo día fui mandada al CAI (Cuerpo Auxiliar Interdisciplinario) de Malargüecon una psicóloga, esperaba recibir asesoramiento, pero resultó que me atendieron como que estaba haciendo un trámite bancario, me mandaron a cambiar un papel por otro sin explicarme nada. Al  día siguiente vuelvo y recibo una atención apática y burocrática por parte de la psicóloga, a lo que entre lágrimas le explico que es la primera vez que paso por una situación así y que no entiendo nada. Ese día buscaba contención, quedaron en llamarme, nunca lo hicieron, volví yo a preguntar qué pasaba si me iban a atender o no, me respondieron que ese trámite que estaba haciendo lo debía hacer la policía. Estaba aún más desorientada.

Sumado a esto me llamaban de la Fiscalía de Malargüe día tras día para que YO llamara a los testigos, y si no me llamaban me preocupaba e iba yo, porque creía que todo mi esfuerzo se estaba perdiendo. Claro… era muy bonito escucharlos a todos para mí, chino básico, siempre me fui con mil preguntas, y sin entender nada.

También fui citada a la Segunda Circunscripción –Cuerpo Médico Forense de  San Rafael el día 3 de octubre del 2017, donde en la sala de espera a ser atendida me encontré sentada junto con imputados por violaciones y asesinatos. Imagínense como me sentí en ese momento.

Luego llegué al Área de la mujer, en Malargüe, lugar donde supuestamente si recibiría ayuda psicológica, fui recibida pero nunca se dejó registro alguno de que yo había concurrido, no, hasta que  hice un llamado desesperado a la línea 144 para solicitar información; fue recién ahí que después de preguntarme por qué había llamado me registraron pero manifestando malestar  por  el llamado que yo había realizado.    Concurrí sólo a tres sesiones psicológicas, en las cuales me sentí incomoda por los comentarios del profesional, por ej. ¿Qué quéres que hagamos? Sentí  desinterés total y  decidí no concurrir más. En lo que refiere al área legal  me contactaron con la Sra. Stella Spezia de Dirección de la mujer- Poder Judicial Mendoza, con quien hablé dos veces, la misma se comprometió a ayudarme, nunca más tuve contacto hasta tres días antes del juicio.

Intente reunirme con la Sra. Norma Pagés Diputada provincial por Malargüe, miembro de la comisión de Género de la  Provincial varias veces sin recibir respuesta, buscaba ayuda… información, que alguien me explicara cómo era todo el procedimiento.

Días posteriores por recomendación de una amiga me reuní con la Sra. Jessica Lafertequien me atendió en su despacho, y me contactó con el Abogado  Ignacio Campi, él se comunicó conmigo  y  desde la ciudad de San Rafael me empezó a asesorar u orientar un poco vía WathsApp.

Hoy, después del juicio que se transcurrió en la ciudad de San Rafael, Cámara en lo Criminal Nº 1 Segunda Circunscripción Judicial, de haber revivido nuevamente todo delante de desconocidos e incluso estar delante de mi abusador, me detengo a contar que me llamó la atención la libertad con que éste se desenvolvía dentro del poder judicial sin acompañamiento policial. Para ser más exacta al terminar el juicio habiendo escuchado la sentencia de 6 años y 6 meses, salimos  prácticamente juntos, reitero sin acompañamiento policial, donde delante nuestro (fiscal y abogado Campi) él salió cortando frutos de un árbol “de lo más campante”. En ese momento se me llenó la cabeza de preguntas: ¿Esto es un circo?

¿Así es la justicia? ¿Estoy equivocada o son mis prejuicios de como tendría que funcionar? ¿Qué pasó con la sentencia? ¿Cómo es el procedimiento? No entendí ni encontré relación entre lo que pasó en el juicio y lo que ví a la salida. Quizás es mi desconocimiento del accionar judicial o al menos eso quiero creer. ¿Qué hubiera pasado si él me agredía? Creó que tenemos tan naturalizada la violencia que parece que nadie se da cuenta de la gravedad de ciertas acciones, ni hay una empatía para con las víctimas.  

La intención de esta carta es hacer conocer desde mi vivencia personal el real funcionamiento de las instituciones estatales destinadas a la problemática Violencia de Género, que no responden a las necesidades de las víctimas. No quiero compasión ni lástima, solo quiero con esto intentar que los responsables generen políticas de estado y se creen las redes de contención necesarias.

Hago un apartado en esta carta para agradecer la cordial atención de las secretarias de la fiscalía, del Abogado Gustavo Villar, al Fiscal Giaroli que a pesar de hablarme técnicamente siempre me recibió muy atento, a las chicas de Vuelo de Mariposas, quienes me ha contenido y acompañado a lo largo del proceso, a la Sra. Jessica Laferte y al abogado Ignacio Campi quién me acompañó en el juicio aclarándome todas las dudas durante el proceso. A miembros de mi familia y amigos por el apoyo incondicional. Compañeros de trabajo.