Llega la hora de la verdad para el agente Matías Daniel Mallea (26): desde el próximo 23 de mayo podrá defenderse para intentar desligarse o atenuar una acusación gravísima que promete prisión perpetua: haber matado de un tiro en la frente a Celeste Luna, una joven de 21 años con la que estaba en pareja desde hacía 1 año y 4 meses. El presunto homicidio ocurrió al mediodía del 15 de diciembre de 2019 en la habitación que ambos ocupaban en la casa de los padres de él, en la Villa Hipódromo, Rawson. Y en la investigación sobre el caso quedó instalada la sospecha de que ese homicidio pudo ocurrir en medio de una discusión por un cachorro Weimaraner del agente, ya que ella estaba cansada de limpiar las heces y la orina de ese perro.

Serán los jueces Silvina Rosso de Balanza, Maximiliano Blejman y Juan Bautista Bueno (Sala II, Cámara Penal) quienes analizarán la prueba en un debate oral y público, para luego decidir si deben o no mantener la imputación de homicidio doblemente agravado, por el vínculo y por violencia de género.

El agente Matías Mallea llevaba apenas cinco meses en la Fuerza. Siempre dijo que su pareja se efectuó el disparo.

La acusación será mantenida por el fiscal Daniel Galvani y el agente será defendido por Fernando Bonomo. Sandra Leveque representará a la familia de la víctima, que ya anticipó su reclamo de perpetua para el policía.

Por ahora, todo parece indicar que las pruebas no están muy a favor del agente. A pesar de que su madre y un hermano que estaban en la casa no escucharon discusiones previas, los pesquisas consideran entendible esa versión porque son familiares del imputado.

De todos modos una pericia contradice la versión de Mallea de que ella se pegó un tiro. Al analizar las manos de ambos para detectar rastros de la deflagración, se descubrió que ella tenía restos de pólvora en las palmas, como si las hubiera antepuesto en un último intento defensivo. Y él tenía el triple de esos restos, concentrados en los lugares más expuestos a la explosión, como los dedos índice y pulgar de la mano derecha, algo que para un juez fue muestra contundente de que él manipuló el arma.