Familiares de Antonio Martín Molina (69) pidieron que la muerte de ese jubilado sea investigada como un homicidio, pues dicen que su fin se desencadenó porque lo atropellaron cuando bajaba de un colectivo.

El caso despierta dudas en los investigadores debido a que horas antes de morir la víctima sufrió una caída en su casa, pero en la familia están convencidos de que todo tuvo que ver con el "siniestro", que por el momento no tiene ningún apuntado con nombre y apellido pues en teoría quien lo embistió se dio a la fuga.

Molina vivía con su esposa y dos de sus cinco hijos en Cochagual Sur, Sarmiento. Estaba jubilado pero nunca había dejado de practicar su oficio de vidriero. Su local se llamaba "Tambolar Vidrios". "Era una persona tan sana, tan activa, tan trabajadora. No parecía de 69 años", dijo ayer Marisol, una de las hijas.

En el hospital. El jubilado estuvo internado dos semanas luego del supuesto impacto y recibió el alta. Pero sus familiares dicen que nunca volvió a ser el mismo. 

Esa vida saludable, solamente teñida por una diabetes pero que estaba controlada, se vino abajo el 3 de septiembre último. Ese día Molina había viajado al centro a comprar materiales para trabajar y al regreso, cuando bajaba de un colectivo línea 24, sufrió el presunto siniestro. Fue sobre la Avenida 25 de Mayo, en Media Agua, cerca de las 18. "Hay personas que dicen que fue un auto rojo el que lo atropelló, otros un auto blanco. Tampoco descartamos que el mismo colectivo lo haya embestido porque cuando mi papá se bajó justo dobló. No sabemos bien pero sí estamos seguros de que no se accidentó solo", afirmó Martín, otro de los hijos. Y agregó que posterior al impacto su padre sufrió un ACV, detectado por los médicos del Hospital Rawson, donde fue derivado tras ingresar primeramente al Ventura Lloveras. En el Rawson estuvo internado dos semanas, con altibajos. La mayor parte del tiempo estuvo "muy perdido, pero le dijo a mi mamá que lo habían chocado pero que no se acordaba más nada", expresó Marisol. Según los hijos, "resulta imposible" que el jubilado por ejemplo haya sufrido una caída, pues "tenía un moretón gigante en toda la espalda y golpes en la cabeza, ha sido muy fuerte el impacto que ha recibido". Una vez que Molina regresó a su casa ya nada fue igual. Había perdido parcialmente la vista, caminaba arrastrando los pies y en momentos ni siquiera reconocía a sus hijos. Estuvo así dos semanas hasta que el pasado domingo, justo un mes después del "siniestro", dejó de existir. Ese día, a eso de las 5, se levantó al baño sin ser escuchado por su esposa, Margarita Olmos. No quería usar pañales y de lo perdido que andaba solía ir a orinar afuera. Cuando caminaba por el comedor tropezó, en la caída se golpeó la cabeza y falleció apenas horas después, cuando era asistido en el Hospital Rawson. La autopsia arrojó que murió por un golpe en el cráneo, según sus hijos. "Si no lo hubiesen chocado nada hubiese pasado. Queremos justicia para que él pueda descansar en paz. Esto no puede quedar así. Quería tanto a sus tres nietos y a toda su familia... nos destrozaron", cerró Marisol, sin poder contener las lágrimas.