Mendoza, 12 de diciembre.- "Hoy, después del trabajo de recolección de indicios en el lugar del hecho, más los informes del Cuerpo Médico Forense, tenemos un rompecabezas que hay que tratar de armar", lo aseguró a Los Andes el fiscal penal de menores, Gustavo Farmache, anticipando además que el menor involucrado en el hecho será sometido, esta semana, a una serie de estudios, tarea que estará a cargo de personal especializado del Poder Judicial. Mientras tanto su internación en la Dinaf continuará "todo el tiempo que sea necesario". También reconoció que buscar la verdad de lo ocurrido llevará "algunos días más de la próxima semana".

Lejos quedó en el tiempo el ulular de las sirenas y el movimiento incesante de móviles policiales y ambulancias. La calle San Pedro al 1800, del barrio 8 de Mayo, mostraba la tranquilidad de la siesta mendocina. Ayer, sólo un par de hombres a la sombra de algún árbol leyendo y otro lavando un auto sobre la vereda. Nada más, pero nadie quiso hablar sobre lo que había ocurrido sólo días antes. Hoy ambas viviendas (casi enfrentadas entre sí) se encontraban totalmente cerradas.

Lo que pasó

Escenografía totalmente diferente a la que se vio el jueves a la noche, cuando un vecino avisó de que "algo había ocurrido" en la casa de los Miguel. Gravedad que se vio reflejada cuando los efectivos ingresaron a la vivienda y se encontraron con dos personas Alí (80) y Mónica (49) muertas, mientras que otras dos: Sara (83) y Ezequiel (10), con graves heridas fueron derivados a distintos centros asistenciales, donde fallecieron a poco de ingresar.

Médicos, peritos, fiscales y policías se vieron sorprendidos por el cuadro donde predominaba el ensañamiento, la violencia y la sangre que había en las paredes y el piso.

Pero no todo estaba encerrado en esa casa, sino que cruzando la calle San Pedro, otro menor (cuyo nombre se mantiene en reserva) le contaba a la abuela (sus padres no se encontraban en la vivienda) que su amigo Ezequiel "había matado a toda su familia y terminó suicidándose".

Esta versión, horas después, fue reiterada por la mujer ante las autoridades fiscales que, junto a la policía, habían iniciado la investigación buscando a un hombre que había ingresado para matar a toda la familia y herido escapó por los fondos.

Entre menores

El caso, uno de los más terribles de que se tenga memoria, primero estuvo en manos de la fiscal Claudia Ríos quien permaneció en el lugar hasta el medio día del viernes.

Y fue la primera que, con el aval de un psiquiatra, interrogó al menor. Y las respuestas fueron variando con el correr de las horas. Escuchó -según trascendió- por lo menos tres versiones.

Finalmente el caso quedó en manos del fiscal penal de Menores, Gustavo Farmache. Y la primer medida que tomó fue alojar al menor en la Dinaf, a la espera de que se le hagan diferentes estudios para determinar su estado, lo que podría ocurrir en las primeras horas de hoy.

Con relación a Ezequiel la desmentida de que sea esquizofrénico, situación avalada por un certificado que habla sobre lo resuelto en una resonancia magnética, puso más sospechas sobre el otro menor que ahora sólo presenta una herida entre el índice y el dedo pulgar de su mano derecha y donde se le colocaron 5 puntos de sutura. "Se lo ve tranquilo", aseguró una fuente del centro de salud.

Las dudas

Según el testimonio del único sobreviviente de la masacre, el reclamo de Sara, a su hijo Ezequiel, por estar en la habitación sin su remera (donde habrían estado con una computadora que fue secuestrada), provocó la ira del niño quien comenzó la matanza utilizando un cuchillo de cocina (cabo marrón) por la madre.

La próxima víctima fue el abuelo que se encontraba en la cocina y finalmente atacó a la abuela, cuando se encontraba en un pasillo cerca del patio. Después, según la primera declaración, Ezequiel habría atacado al menor que estuvo todo el tiempo escondido en el baño y ahí, en "legitima defensa" (textual del menor) lo atacó y lo hirió con un cuchillo (al parecer de mango negro y sin punta).

Oportunidad en que escapó por el patio y después de trepar a una cabina de gas, saltó a la calle y se fue a su casa.

Ahí la abuela -se dijo- lo bañó mientras puso en un lavarropas la ropa manchada con sangre. Estas prendas son ahora materia de pericias.

Las pericias sobre el único sobreviviente por un lado y el resultado de las necropsias (cuyo informe preliminar ya está en poder del fiscal)podrán darle a la Justicia más precisiones sobre este caso sin antecedentes a nivel provincia y que, por ahora, muestra más sospechas que certezas.