Todo empezó un día de enero de 2019 en que el comerciante (tiene un puesto en una feria) festejaba su cumpleaños. En un momento, ya sin invitados, quedó a solas con el niño, le cerró la puerta para impedir que se fuera y lo llevó hasta su dormitorio para someterlo. Fue el principio de un verdadero infierno para ese chico (entonces de 12 años) porque en el curso de los dos años siguientes fue obligado a participar de prácticas homosexuales con ese hombre al que le decía tío (era amigo de la familia). Si se negaba, la amenaza era que le diría todo a su mamá o a sus abuelos y que ya no lo querrían más. Vergüenza, miedo, ansiedad, pesadillas, reclusión sin trato social y en los últimos meses, agresiones, contra su mamá y sus hermanas.

Su madre detectó ese comportamiento violento, pero cuando quiso averiguar nunca tuvo respuesta. La agresión y otras conductas extrañas de su hijo tomaron su tremendo significado para la mujer el día en que se topó con una escena que nunca imaginó y que nunca hubiera querido presenciar: el chico accediendo al hombre con el que lo dejaba quedarse a dormir.

Daniel Galvani, fiscal.

Aquel 14 de febrero de 2021, ella había dejado al niño en la casa de Ramón Esteban Ontiveros (65), porque confiaba en él, pues una vez le dijo que le dejara al chico y no a sus hijas, para no tener problemas. Ese día fue a la casa del puestero para llevarse al niño a almorzar, pero como dormía no lo despertó y dejó su teléfono cargándose en la casa del acusado. A eso de las 15 volvió, llamó y nadie respondió. Entonces se asomó a la ventana del dormitorio y vio aquello que la volvió "loca", al punto de que empezó a lanzar gritos de desesperación que llamaron la atención de otros familiares y vecinos, hasta que en un momento se desmayó.

En su defensa, el imputado acusó a la madre de abandonar al chico y negó abusarlo. Luego admitió todo

Ese mismo día Ontiveros terminó preso. Luego, ante un juez, aseguró que era mentira todo lo que había dicho la madre de ese niño al que él le llevaba las mañas, comprándole cosas y alimentándolo, porque su mamá lo tenía abandonado a él y sus hermanos. También dijo que siempre ayudó a esa mujer y al resto de su familia.

El diagnóstico de los psicólogos, sin embargo, le jugó en contra. Los profesionales no sólo determinaron que el menor no mentía, sino que además encontraron en su comportamiento los signos de un daño mental "irrecuperable", según consta en el expediente.

María Noriega, defensora.

Por eso, Fiscalía decidió imputarle a Ontiveros los delitos de abusos sexual con acceso carnal reiterado y doblemente agravado, por el daño en la salud mental de la víctima y también por haberlo corrompido sexualmente.

Esa imputación mantuvo el fiscal Daniel Galvani al llegar el caso a juicio en la Sala II de la Cámara Penal. Entonces el imputado, a través de su defensora María Filomena Noriega, decidió admitir su responsabilidad en los delitos que le atribuían a cambio de una rebaja de pena. Y así, en un juicio abreviado propuesto al juez Juan Bautista Bueno (secretaría de Patricia Katuchin), se manifestó de acuerdo en recibir 10 años de condena. Ahora, el juez debe decidir.