El médico Celestino Ambrosio Elías Porras quedó procesado por dos casos de abuso simple. Puede ser excarcelado bajo fianza.

No salir del país sin autorización judicial, no acercarse a las víctimas y pagar $50.000 de fianza para poder salir de la cárcel, en la que está preso desde el 20 de diciembre pasado. Esas son parte de las consecuencias que le acarreó al médico peruano argentino Celestino Ambrosio Elías Porras (68), la decisión del juez Benedicto Correa (Quinto Juzgado de Instrucción) de procesarlo sin prisión preventiva, el pasado viernes, por el abuso sexual simple de dos mujeres, en abril y octubre pasados, dijeron fuentes judiciales.

El juez Benedicto Correa corroboró con pruebas que las víctimas no mentían y por eso procesó al médico.

VÍCTIMA 1

Eran exámenes de rutina, los que se piden para entrar a trabajar en regla: análisis de sangre, la radiografía de tórax y un electrocardiograma. El 23 de abril pasado, Y.M.V. llegó antes de las 8 al centro capitalino para concretar ese trámite. Cumplió los dos primeros pasos y fue derivaba a otro consultorio para el estudio cardíaco, pero allí la sorprendió lo inesperado. El médico le pidió subirse a la camilla, le tomó la presión, la acostó para hacerle el electro pidiéndole que se suba la remera y hasta parte del corpiño. Le tocó la cintura y la espalda pero el problema comenzó cuando le solicitó bajar de la camilla, pues la hizo abrir las piernas, agacharse, le dijo que moviera la cadera (como un "meneo") mientras le tocaba la espalda hasta que le apoyó sus genitales. "Paralizada", la mujer sólo atinó a preguntar si era necesario hacer eso y el médico le dijo que sí, por la columna, para detectar una posible escoliosis.

Pero a la mujer le quedó la espina. Volvió al lugar donde se hizo las primeras prácticas y allí se topó con un compañero de trabajo al que contó el singular encuentro con ese médico y se dispuso a acompañarlo para ver si a él le hacía lo mismo. Entonces vio que su compañero no pasó por la misma situación y se lo echó en cara al médico: "¡por qué no se la apoya a él también!", preguntó, molesta, pero el profesional, como si nada, le dijo que no todas prácticas eran iguales.

Al salir del consultorio, Y.M.V. no pudo aguantar sus lágrimas, su angustia, y en el acto se fue a denunciar.

VÍCTIMA 2

C.E.A., 18 años, fue la otra víctima de Elías Porras. En marzo pasado, comenzó a visitarlo con su mamá para ser tratada de sus problemas de sobrepeso. Y todo transcurrió con normalidad hasta el 13 de octubre pasado al mediodía, cuando se entrevistaban con Elías en su consultorio del barrio Parque Rivadavia Norte, en Rivadavia, y la madre de la joven debió salir para atender un llamado del plomero gasista. Apenas salió, el médico hizo que la chica se subiera a la balanza, le dijo que se levantara la remera y comenzó a tocarla por los costados mientras le decía que retenía líquidos. Luego la hizo bajar de la balanza, agacharse hacia la camilla, mover sus caderas hacia ambos lados y también de arriba hacia abajo, hasta que le pidió bajarse la calza y cuando accedió él se la bajó hasta las rodillas, siempre apoyándole sus genitales. Incluso llegó a reírse de la situación, según la víctima.

Cuando su mamá reingresó, la halló sentada, seria, pero a ella no le dijo nada y el médico bromeó como para salir del paso, según el expediente.

Pero la chica no aguantó, se lo contó a su novio y éste le recomendó decírselo a su mamá. Así lo hizo y el juez Correa ordenó enseguida producir pruebas (testimonios, documentos, pericias), dio por acreditada la sospecha de los abusos, mandó a meter preso a Elías Porras, le dio la posibilidad de defenderse pero el médico no dio su versión y finalmente lo procesó, sin encierro.

La resolución aún puede ser apelada ante un tribunal superior.

Problemas en la Justicia Federal


Celestino Elías Porras ya había estado preso en junio pasado, sospechado de haber participado en otro caso resonante: la posible sustracción de una beba ocurrida 20 años atrás (eso denunció Vanesa Sánchez, madre de la niña), y haber sido parte clave en esa maniobra al haber cometido los delitos de supresión de identidad y falsificación de DNI. Así surgió de la investigación, pues a este profesional se le atribuye haber certificado la muerte de esa beba y haber elaborado otro certificado con el que hizo "renacer" a la misma criatura para asentarla en el Registro Civil, ya como hija de Rosa Agüero, una mujer que alojó a Sánchez cuando estaba embarazada. Pero Agüero presentó un papel que acreditó que Sánchez entregó voluntariamente a su hija y ahora se supone que los demás delitos contra el médico ya prescribieron.

El escandaloso caso Martínez


Las situaciones de abuso a pacientes más escandalosas son, por lejos, las que se le atribuyen al ginecólogo riojano Carlos Hugo Martínez (61). Este año fue procesado en 12 de los 15 hechos tramitados en la actualidad (4 de ellos en Jáchal) entre los que se incluyen 6 episodios calificados por el juez Guillermo Adárvez, como gravemente ultrajantes agravados por el daño en la salud mental de las víctimas. Martínez tuvo otra denuncia en 2006, pero ese delito ya prescribió.

En rigor, a este médico se lo acusa de hacer desvestir a sus víctimas de la cintura hacia abajo. Frotar sus genitales o introducir sus dedos y hacerse tocar sus partes íntimas mientras interrogaba a las mujeres por su vida sexual, como parte del supuesto tratamiento médico.