El juez Benedicto Correa (5to Juzgado de Instrucción) calificó la muerte de Cristian Cortez (18) como un homicidio en riña o en ocasión de una agresión cometida por al menos dos personas, porque hasta ahora no pudo determinar quién le propinó la patada en la nuca que derivó en una hemorragia cerebral por la cual murió el 15 de marzo pasado. Cortez y un menor de 17 años, habían sido señalados por un menor de 15 años, como quienes le robaron su teléfono celular tras reducirlo con una punta la noche del 14 de marzo en calle Vidart frente la Cerámica San Lorenzo, en Rawson. Esa noche, el cómplice pudo huir (es menor y luego fue detenido) pero no Cortez, que fue atacado por un grupo de jóvenes.

Cristian Cortez tenía 18 años y cargaba con una condena sin encierro
por robar cuando fue atacado.
 

La calificación que impuso el magistrado les permite a los únicos dos detenidos del caso pedir su libertad, pues el homicidio en riña se castiga con penas de entre 2 y 6 años y es excarcelable. Esos sospechosos son Josué Rodríguez, quien negó haber golpeado a Cortez, y Carlos Ariel Alba, quien se abstuvo de dar su versión, dijeron fuentes judiciales.

La decisión del magistrado es provisoria. Y así lo entiende también la abogada de la familia Cortez, María Noriega, quien había anticipado que pedirá calificar esa muerte como un homicidio agravado.

Ayer, la letrada también dijo que planteará al juez la incorporación de dos testigos en calidad de encubiertos para darles protección, porque esas personas dirán que al menos un policía atacó a patadas a Cristian Cortez cuando estuvo detenido en la Seccional 25ta de Rawson.

Existe un homicidio en riña o en una agresión, cuando los atacantes son dos o más y no se sabe quién mató.

Cortez había tenido una vida complicada, ligada al delito y al consumo de drogas. Al punto de que previo a cometer el asalto contra el menor, ya cargaba con una condena de 3 años en suspenso por un robo agravado contra un comercio cometido con un cómplice en octubre pasado en Capital.

Cuando un médico examinó su cadáver, estableció que además de la patada letal le habían bajado dos dientes y le quebraron el maxilar superior.