El acusado siempre negó los cargos en su contra. El próximo lunes, el juez Raúl José Iglesias resolverá cómo concluye el resonante caso.

Para la fiscal Ana Lía Larrea los testigos, los psicólogos, los informes médicos y todas las pruebas, fueron contundentes. Y acreditaron lo que ya se sospechaba desde el inicio de la investigación, con la denuncia de una madre el 19 de abril del año pasado: por un período de 10 años, un changarín de 51 años se aprovechó de la confianza que le dieron sus cuñadas, y concretó las maniobras típicas de un pedófilo para poder manosear, violar y corromper sexualmente a cinco de sus sobrinos menores. Según la fiscal, se ganó a los niños con regalos y otras "mañoserías" para abordarlos con manoseos y llevarlos así a sus más depravados propósitos. Por eso ayer le pidió al juez Raúl José Iglesias (Sala I, Cámara Penal) que condene a ese sujeto a 35 años de cárcel, porque consideró que cuatro de esos niños fueron violados, una quinta chica sometida a manoseos, y que todos los menores fueron corrompidos, dijeron fuentes judiciales.

El defensor, Horacio Merino, cuestionó los argumentos de la fiscal y pidió la absolución de su cliente ya que, en su opinión, fue blanco de una suerte conspiración familiar para perjudicarlo, indicaron los voceros.

Todo estalló el 9 de abril de 2018, en una casa de Rawson. Ese día, una mujer, madre de chicos (dos niñas que tenían 15 y 13 años y un varón de 11) le pidió a su cuñado que le dé una mano con la pinchadura de una rueda de su moto. Y el sujeto accedió, pero al volver y antes de entrar la mujer notó extraño diálogo con su hija de 13 años, a la que el sujeto recriminaba "no cumplirle y mandársela con los pendejos del barrio". El changarín pudo zafar de las explicaciones que le pidió su cuñada, pero la niña no: entre lágrimas le contó que su "tío Mario" abusaba de ella y que le había regalado un teléfono para pedirle fotos desnuda. Sus dichos fueron como un reguero de pólvora, porque su hermana de 15 escuchó esa revelación y contó que a ella le había pasado lo mismo. Más tarde se sumó el hermano de las niñas y también otros dos primos, una nena de 13 años y un varón de 16 que era, además, ahijado del sospechoso y dijo haber sometido entre los 7 y los 12 años.