¿Entregada? Las víctimas creen que hubo un entregador que sabía que tenían plata por la venta reciente del auto.

Él, Nicolás Machuca (45), pegando ladrillos en el nuevo hospital de 25 de Mayo. Su mujer, Noelfa Chandía (43), podando y atando bajo el sol en unos parrales de una finca nuevejulina. Su hija mayor (25), cumpliendo tareas en la Municipalidad de ese departamento. Y el menor (17), trabajando con un tío en una fábrica de chacinados de Rawson.

No había quedado nadie en esa casa del Barrio Elías Amado, situado en el corazón de 9 de Julio. Y eso fue aprovechado por delincuentes que entraron y les robaron $126.000 en efectivo. "Se robaron el sacrificio de toda la familia, siento mucha bronca", dijo muy dolido Machuca.

El ataque ocurrió entre las 7,20 y las 17,30 del pasado lunes. El último que salió de la vivienda fue el propio Machuca, cuando un compañero lo pasó a buscar para ir a trabajar. Su mujer y sus hijos ya estaban en actividad. "Desde temprano laburamos todos, hacemos un sacrificio enorme para poder tener algo", sostuvo el hombre. Fue su hijo el que por la tarde llegó y se encontró con la ventana del frente forzada y adentro todo revuelto. La amargura más grande se la llevaron cuando se dieron cuenta que no estaba el dinero que estaban juntando para comprar un auto. "Hace un mes vendí un Duna. Estábamos juntando unos manguitos más para cambiarlo por uno un poco más nuevo, porque uno siempre trata de estar un poco mejor", dijo el hombre. Su hermano Juan contó que "la semana pasada me dijo que tenía uno en vista pero que le faltaban unos pesitos más para llegar a lo que pedían, estaba muy ilusionado".

Además de la suma, los ladrones se llevaron solamente un par de botines de fútbol, por lo que los investigadores suponen que desistieron de llevarse otras cosas cuando encontraron la plata.