Había sido la propia Lilia Narváez (74 años, jubilada) la que insistió para que la llevaran, como siempre, a orarle a la Difunta Correa, uno de sus principales sostenes en sus complicados días: Lilia es ciega, sufre diabetes y otros achaques que últimamente la tienen angustiada. No hubo reparos a sus intenciones, al fin, en la casa de Daniel Quiroga (municipal jubilado, 75 años) su mujer es el centro de atención, el ser querido al que no se descuida. Como fieles promesantes, a las 17,30 del jueves enfilaron en auto a su habitual destino. Fue rezar un rosario y volver, pero al llegar, poco después de las 20,30, notaron que algo no estaba bien: apenas abrieron, se toparon con todas las luces prendidas y ausencias notorias, como la del enorme TV LCD de 42 pulgadas.

Entonces los invadieron los nervios porque era evidente que les habían entrado a robar. Lo doloroso fue comprobar que los delincuentes no sólo se llevaron ese televisor que aún no terminan de pagar, sino también un DVD, las pocas joyas de la familia, la notebook y un CPU de Susana que es docente y fue una de las principales damnificadas, pues además le llevaron casi toda la ropa y el calzado, suyo y el de su pequeña Rocío (4). La nena también sufrió por el robo: a ella le llevaron sus juguetes y perro, un boxer de unos 5 meses.

Pero sin dudas lo más jugoso del botín encontrado en la casa de los Quiroga en el barrio Natania XVIII, en Rivadavia, fueron unos 50.000 pesos que tenían ahorrados de toda la vida, para enfrentar cualquier imprevisto, para refaccionar la casa, para irse de vacaciones y distender un poco a Lilia de todos sus problemas de salud. ‘Ya habíamos comprado los pasajes, nos íbamos el 25 (de diciembre) a Mar del Plata, para que se distraiga mi mamá y para festejar los 56 años de casados de mis papás. Ahora lo más seguro es que no vamos’, dijo ayer Susana. Entre lágrimas, la mujer explicó que es la segunda vez en el año que sufren un golpe de los delincuentes: a principio de año -dijo- dos ladrones armados entraron tras forzar la puerta, encañonaron y le gatillaron a su papá y huyeron con algo de plata de la cooperadora de la escuela donde trabaja Susana.

Ayer, los Quiroga estaban convencidos de que les robó alguien que sabía que no estaban y entró por la casa del lado, deshabitada desde el último lunes.