Acusados. Padre, hermano y la madre de la niña negaron cualquier relación con las terribles situaciones de abuso que la niña relató. Las pruebas sin embargo, los complican.


De pesadilla. Así puede calificarse el tormentoso despertar sexual de una chica que en enero de 2017, cuando tenía 16 años, no aguantó más y le contó a su novio los terribles abusos que había sufrido a manos de su papá y su hermano mayor. Y el callejón sin salida en el que creyó estar metida, cuando le contó a su madre y en lugar de ponerse de su lado trató de inducirla a acostumbrarse a los ultrajes sexuales. Tan grave fue el sometimiento contra esa menor, que cuando tuvo 15 años quedó embarazada de su hermano, perdió el feto con tres meses de gestación y luego su mamá la llevó a un centro de salud para que le pusieran un DIU (dispositivo intrauterino) y evitar así que se quedara embarazada.


El juez Benedicto Correa dio por acreditado que la niña no mentía, ordenó meter presos a los tres sospechosos y los procesó con prisión preventiva: a los varones (hoy de 50 y 22 años) por abuso sexual con acceso carnal y corrupción de menores. Y a su madre, de 43 años, por facilitar la corrupción sexual de su propia hija.

Ayer, los tres acusados comenzaron a ser juzgados en la Sala I de la Cámara Penal, donde la jueza Silvia Peña Sansó de Ruiz escuchó cómo los imputados negaron su vinculación con los hechos que les atribuyen para intentar desligarse de la gravísima acusación, dijeron fuentes judiciales.


Según el relato de la chica, todo comenzó a los 9 años cuando su papá comenzó a manosearla y a obligarla a prácticas de sexo oral, amenazándola para que no dijera nada.


Luego fue su hermano quien comenzó a hostigarla hasta que cuando tuvo 12 años, la violó. Esos ultrajes se repitieron unas tres veces por semana -explicó la víctima- y a los 13 años se sumaron también las violaciones de su padre.


Su novio, una madrina de la niña, los psicólogos que la entrevistaron, la historia clínica con su ingreso a un hospital para hacerse un legrado, la constancia de que la llevaron a ponerse un DIU y otras pruebas complican seriamente a los sospechosos.