"Michel" le decían sus sobrinos, con cariño, con estima: "Era buena gente, sencillo, perfil bajo a pesar de su trabajo en la Policía Federal... no tenía problema en agarrar la pala y la anchada para ir a trabajar a una finca que tenía en el Médano (de Oro, Rawson). Nos cuesta entender cómo pudieron hacerle algo así, él no tenía problemas con nadie", dijo ayer Miguel Carbajal, uno de sus sobrinos, un joven que vivió una de sus más dramáticas y desagradables experiencias el domingo sobre las 21, cuando ingresó a la casa de su tío, ese hombre que también era su padrino, Miguel Angel Carbajal, y lo vio tendido sobre su cama, con los pies colgando, vestido con remera y pantalón corto, y herido de muerte con al menos dos puntazos en el pecho. "Le toqué el pulso en el cuello y estaba frío. Conmigo estaban dos compañeros de trabajo de él, un hombre y una mujer que habían llegado a buscarlo porque lo habían llamado todo el día y no les había contestado", contó ayer el joven, quebrado. Y agregó: "Lo raro es que estaban el portón y la puerta de su casa abiertos, siendo que él siempre tenía todo con llave. Adentro, lo único que estaba desordenado eran los cajones de su pieza, pero a simple vista no faltaba nada, no se llevaron ni su celular ni su tablet".

Víctima. Miguel Angel Carbajal (54).

Por todas esas evidencias, es que los pesquisas del caso sospechaban ayer que el homicida era alguien a quien la víctima conocía.

"Que se haga justicia, mi hermano no le hacía mal a nadie. Que encuentren al que lo mató para saber porque m... lo hizo", dijo ayer indignado Darío, uno de los hermanos de la víctima.

Tenía 54 años Miguel Angel Carbajal, era ingeniero electrónico y subcomisario en la Policía Federal, donde cumplía funciones como segundo en la División Comunicaciones en la Agencia Regional Federal Cuyo de esa fuerza.

Según sus familiares, unos tres meses atrás había perdido a su mujer y con diferencia de unos días también a su madre, a causa del covid-19. Tenía tres hijos -precisaron- uno de 21 años, un adolescente de 14 y un nene de unos 3 años que actualmente viven en Salta con su abuela materna.

Dolidos. Darío y Miguel Carbajal (sobrinos de la víctima) no entendían ayer por qué mataron a su tío. Darío Carbajal, hermano del fallecido, reclamó Justicia.

Los Carbajal comentaron ayer que el subcomisario asesinado había dejado a los chicos en Salta con su abuela materna para no cortarles el cursado y el estrecho vínculo con esa mujer, pero aseguraron que tenía planeado arreglar todo para traerlos a su casa en la calle Monseñor Rodríguez y Olmos, unos 50 metros al Oeste del Lateral Oeste de Ruta 40, en la Villa Huarpe, en Pocito.

Los investigadores creen que el crimen pudo haberse cometido en la madrugada del domingo, porque durante la noche del sábado se contactó con sus familiares que viven en la misma cuadra, para avisarles que el domingo trabajaría por las elecciones. Además, habría efectuado un último contacto telefónico alrededor de las 23 de ese día.

El domingo a eso de las 11 de la mañana, sus familiares lo llamaron para saber si almorzaría con ellos, pero nunca obtuvieron respuesta. Tampoco pudieron localizarlo sus compañeros de trabajo, que recién se acercaron por su casa cerca de las 21 del domingo, indicaron fuentes judiciales. Esos policías y los parientes de Carbajal fueron los que se toparon con la tremenda sorpresa del homicidio.

El caso era investigado ayer por la UFI de Delitos Especiales que dirige el fiscal Renato Roca, con sus colaboradores, efectivos de la brigada de esa unidad fiscal y otros de distintas áreas de la Fuerza. Hacia afuera, dijeron que no descartaban ninguna hipótesis. El enigma es saber quién fue esa persona que Carbajal quizá dejó entrar porque lo conocía. Y cuál fue el motivo que tuvo para ultimarlo.