Terrible paliza. Gimena, una hermana del herido, muestra una toalla con la que limpiaron al joven y un amigo del muchacho sostiene la botella con la que lo agredieron. Investiga la Subcomisaría de Villa Hipódromo.


Cuatro puntos en el costado derecho de la cabeza, otros cuatro en el pómulo izquierdo, otro en la parte izquierda del mentón y tres más en la rodilla izquierda. Así terminó ayer un joven llamado Cristian Marín (22) después de ser brutalmente golpeado por dos ladrones armados con una botella frente a su domicilio en una villa en Rawson. La víctima había regresado de bailar y salió de nuevo en bicicleta para ir a comer un pancho, pero en la esquina de su hogar se cruzó con esos sujetos, al parecer drogados, que simularon pedirle ayuda, dijo Daiana Marín, hermana del herido. Inocentemente, el joven se acercó y allí lo atacaron y le robaron la bicicleta. Tras la golpiza, el padre y otro hermano salieron a perseguir a los malvivientes y lograron recuperar el rodado.


El hecho ocurrió a las 6.15 de ayer en calle Franklin Rawson, entre San Martín y Maipú, en Villa Las Margaritas, Rawson. Según su familia, Cristian estaba aún adolorido y por eso se excusó de dar personalmente detalles acerca del ataque. Su hermana Daiana explicó que su hermano había regresado a esa hora de bailar y antes de acostarse, decidió salir para ir a comer un pancho en un puesto donde trabaja un amigo, en República del Líbano y Conector Sur. Marín sacó la bicicleta y al poco andar se cruzó con dos sujetos que no son de la zona. “Él pensó que eran dos chicos de por acá. Lo llamaban pidiéndole ayuda porque se les había caído ‘la merca’ (droga). Mi hermano dice que no escuchó bien y como pensaba que eran los chicos del barrio, se acercó”, precisó la hermana del herido. 


Marín se acercó a los sujetos que estaban debajo de un árbol, sacó su celular para alumbrar el piso y allí se lo quisieron robar. El joven retrocedió y empezaron a golpearlo. “A Cristian le pegaron con una botella de café al coñac por todos lados. Los tipos salieron corriendo con la bici al lado. Estaban tan drogados que no podían ni pedalear. Mi papá y mi hermano los persiguieron y en Líbano y Sarmiento recuperaron la bicicleta”, contó la chica.