Muerte violenta. A "Juancho" Escudero lo hallaron tirado en una habitación, boca abajo junto a una cama. Tenía claros signos del brutal ataque que derivó en su muerte, según la Policía.

Cuando los vecinos de Juan Ramón Escudero se enteraron que el hombre había sido hallado muerto en su casa de Santa Lucía, nunca se imaginaron que la causa de su deceso hubiera tenido que ver con un episodio violento. Le pesaban sus 65 años, casi no veía y además estaba muy enfermo, dijeron. Pero, contra todas sus presunciones, así fue, o por lo menos eso sospecha la Policía, apoyándose también en la autopsia. Según los investigadores, todo indica que el pensionado murió por empalamiento. Fue encontrado sin vida el pasado domingo en una habitación de su casa, ubicada en calle Colón al 922 (casi San Lorenzo). Un sobrino que vive al lado de su hogar lo halló en una habitación el domingo sobre las 21, tirado en el suelo boca abajo junto a una cama. En principio los pesquisas pensaron que había sufrido una muerte no violenta a pesar de los evidentes signos de un posible ataque a través de su pantalón. Y la autopsia despejó todas las dudas, el último lunes, cuando reveló que le habían introducido algún objeto, que no fue hallado en la casa de la víctima, y entonces el caso pasó al juez Martín Heredia Zaldo, quien tenía demorados ayer al sobrino y a la pareja de la víctima.

Escudero también tenía sangre en la frente producto de un aparente golpe o caída, dijeron. Al parecer, Escudero murió en la noche del sábado y llamaba la atención que ningún ingreso de la casa estuviera forzado y no descartan que el atacante sea un conocido suyo.

Además de tener la vista reducida porque dedicó gran parte de su vida a la metalurgia ("solo veía bultos", explicaron los vecinos), Escudero sufría depresión y tenía problemas de presión arterial. Estaba medicado.

La última vez que los vecinos vieron a "Juancho", como lo llamaban cariñosamente, fue en la noche del sábado pasado. Sobre las 21 fue al negocio al que de costumbre iba, ubicado pasos al Norte de su casa, y compró unos caramelos de menta y cigarros sueltos porque quería empezar a fumar menos. Ya en la noche del domingo la vivienda del pensionado estaba repleta de policías. "No lo podemos creer. Tenía una vida sumamente tranquila", refirió una vecina.