"Venían jugando carrera los vagos, me lo han levantado, me lo han arrastrado, me lo han molido, pobrecito mi hijo, pobrecito mi bebé, me lo han reventado y ni se han parado", repetía ayer una desconsolada Yolanda Arancibia, con la cara empapada en lágrimas, mirando un punto fijo y moviendo la cabeza hacia los costados. Es la madre de Fabián Santiago "Chato" De la Vega (26), un jornalero que en la madrugada de ayer murió en Angaco cuando un automovilista se llevó por delante la bicicleta en la que regresaba a su casa.

El caso tiene dos detenidos, los hermanos Emiliano (22) y Martín Ríos (19), señalados por la familia de la víctima e investigados porque supuestamente corrían una picada, cada uno en su auto, cuando el mayor de ellos embistió al ciclista, con el agravante de que se dieron a la fuga abandonándolo a su suerte, dijeron fuentes policiales. Sin embargo, los familiares salieron a defenderlos y negaron que corrían una carrera.

La desgracia ocurrió cerca de las 3.50 de ayer. De la Vega había estado en la casa de los Riveros, unos amigos con los que se juntaba siempre, y a esa hora intentaba regresar a la suya, ubicada en la esquina de Velázquez y Olivera, en el distrito de Las Tapias. El camino era un trayecto recto de unos 600 metros, pero apenas alcanzó a pedalear unos metros por Velázquez rumbo al Este. La versión de la familia del fallecido y que investigan en la Policía indica que Martín Ríos circulaba casi pegado a la banquina y que alcanzó a tocarlo en su Fiat 128 desde atrás, lanzándolo hacia el medio de la calle. Y que atrás venía a toda velocidad su hermano Emiliano en su Volkswagen Gacel. El impacto fue muy violento: el cuerpo quedó sobre la calle a unos 50 metros, casi a la misma altura de la bicicleta, que quedó adentro del desagüe. Las zapatillas, la gorra y el asiento de la bici terminaron dispersos en distintos puntos.

De la Vega no tuvo ninguna chance y perdió la vida en el lugar. Fueron sus amigos, los Riveros, quienes escucharon el estruendo y de inmediato salieron. No podían creer que quien estaba tirado en la calle era él, que acababa de salir de su casa. Y tampoco podían creer cuando vieron a los dos autos alejarse a toda velocidad. "Yo me estaba acostando cuando escuché el ruido. Así descalzo como estaba fui a perseguirlos", afirmó Miguel Riveros. Los hermanos Ríos hicieron unos metros y doblaron hacia el interior del Barrio Presidente Perón, donde viven con sus padres. Detrás de ellos llegaron los amigos de la víctima y, al ratito, la Policía.

"Dios quiera que la paguen, no tenían derecho de hacerle eso a mi hijo, de atropellarlo y encima de dejarlo tirado como un perro. Sólo espero que se haga justicia, estamos destrozados", expresó la madre de la víctima.

De la Vega dentro de unos días iba a cumplir 27 años. Estaba separado y tenía un hijo de 8 años. Era jornalero y en los últimos días había estado trabajando en la poda. Sus familiares coincidieron en que lo que más van a extrañar es su alegría y su buen humor. "Don Miguel Riveros dice que ha estado a los chistes, como siempre, le decía que ya le iba a hacer los claritos al caballo, a los hijos los macaneaba con que iban a llegar los marcianos y hacía como que pateaba la bicicleta y decía que no tenía nafta. Siempre andaba así, a los chistes. Yo nunca pensé que se mi iba a ir, era mi regalón", sostuvo Arancibia, sin cortar el llanto.

En la Policía dijeron que investigan la versión de la supuesta picada, pero que no pueden confirmar nada. Aguardan los resultados de la autopsia y el informe de la División Criminalística.

La defensa de los Ríos

"Martín no tendría que estar detenido, él nada que ver. Y lo de Emiliano fue un accidente. El de la bici parece que desde temprano ha estado tomando, al lado de donde ha estado había una joda, han estado de fiesta", dijo Andrea Chacón, madre de los detenidos. La mujer sugirió que De la Vega estaba alcoholizado y afirmó que "de la nada se le apareció a mi hijo en la calle".

Además explicó que Martín frenó bruscamente su Fiat 128 para no impactar al ciclista, y que su hermano para "no pegársela de atrás", lo esquivó y quedó a un costado, ambos a la par, y que por eso se dice que iban corriendo una picada.

¿Qué hacían juntos a esa hora? Afirmó que regresaban de la casa de su abuela.

Por otro lado, para justificar la fuga dijo que sus hijos se asustaron "porque nunca habían tenido un accidente". "Pero fueron hasta ahí nomás, no se fueron lejos, nosotros vivimos ahí nomás", indicó y reveló que Emiliano iba acompañado por un chico de apellido Sisterna. "Lo dejó en su casa, que queda a la vuelta de la nuestra, y cuando llegó nos contó. Mi marido fue en el auto, estaban todos mirándolo (a la víctima) y nadie había llamado al 911", cerró.