Todo empezó con manoseos cuando ella tenía 8 años. Pero decidió pasar las cosas a un nivel de abuso más dañino, cuando tuvo 14. Fue un día en que salió con varios de sus hijos a revolver y juntar algo de valor en un basurero de Pocito para poder venderlo luego en chacaritas o recicladoras. Entonces engañó al resto de sus hijos enviándolos a un lugar distante y sin posibilidad de que lo vieran, agarró a la fuerza a su hija y la violó por primera vez. Ella gritó y pidió ayuda, pero nadie la escuchó. Nadie la salvó. Después, cada vez que quedaban a solas su papá aprovechaba para someterla, golpeándola, amenazándola, prometiéndole las peores consecuencias para sus hermanos o su madre si acaso se resistía. Tanta violencia la hizo temer y calló. Después de los ultrajes y las graves advertencias, el hombre volvía a su casa y actuaba como si nada hubiera pasado. Hasta que quedó embarazada y entonces entró en escena otra de las maniobras de su padre: la obligó a decir que la criatura era hija de un tal "Pampa" que también frecuentaba los basureros a los que iban. Pero resultó que ella ni lo conocía y que ese joven había fallecido unas semanas antes de que ella diera a luz, apenas con 16 años. Era el plan perfecto, a pesar de que su mamá pareció dudar y hasta se fue de la casa, recriminándole a su pareja, pero luego volvió y pareció convencerse de esa falsa versión.

Desde el nacimiento de su nena, la víctima ya no fue sometida por su papá, pero le quedó esa incómoda y dolorosa espina de una verdad dañina. Hasta que se animó. Cuando formó nueva pareja y tuvo otro hijo, le contó la verdad al joven con el que compartía sus días y denunció. Avisó en su familia y algunos la apoyaron, pero luego se retractaron: "Mejor dejá todo así, por el daño que vas a causar, se va a dividir la familia", escuchó decir.

Pero reclamó Justicia el 9 de septiembre de 2019, cuando el changarín tenía 67 años y la niña, su hija nieta, 11. Un estudio de ADN en esa niña que hoy tiene 13 años, no dejó dudas sobre la paternidad del sospechoso (hoy de 69 años y no mencionado para preservar a la menor), pues el cotejo de genes arrojó un 99,999% de certeza de que fuera el padre de su hija nieta.

Esa prueba fue fundamental para que, al llegar a juicio, admitiera su culpa y a cambio de una rebaja de pena acordara un juicio abreviado por medio de su defensor oficial, Marcelo Salinas, con la fiscal Marcela Torres. Se mostró dispuesto a recibir 17 años de cárcel y esa fue la pena que finalmente le impuso el juez Maximiliano Blejman (Sala II, Cámara Penal) tras aceptar el proceso abreviado.