El 2011 será también un año electoral para la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), que por primera vez en seis años no podrá reelegir a su máxima autoridad, el cardenal Jorge Bergoglio y deberá renovar buena parte de la mesa ejecutiva.

Berglogio, cardenal primado de la Argentina y del Arzobispado de Buenos Aires finalizará en noviembre su segundo mandato frente de la CEA, casi en simultáneo con el primer mandato de la presidenta Cristina Fernández.

Para la Iglesia será además el Año de la Vida, declarado para contrarrestar el avance legislativo de los proyectos para despenalizar el aborto y para fomentar en la sociedad conciencia de que tanto la madre como el niño por nacer deben ser acompañados y protegidos.

Los obispos buscarán en este sentido estrategias comunes para no sufrir una derrota similar a la que el ex presidente Néstor Kirchner les infligió en 2010, al imponer la ley de matrimonio igualitario en medio de chicanas, presiones y hasta supuestas denuncias de compra de votos. Asimismo, seguirán trabajando en el Programa Bicentenario 2010-2016, destinado a promover instancias de diálogo que permitan alcanzar consensos sobre políticas de Estado tendientes a erradicar la pobreza y la exclusión social y a promover el desarrollo integral de los argentinos.

La salida de Bergoglio de la cúpula episcopal será, tal vez, la nota distintiva del año electoral eclesiástico. Pero no la única, dado que el primado también deberá presentar ante el Papa su renuncia al arzobispado de Buenos Aires, por alcanzar los 75 años que establece como límite el Código de Derecho Canónico. Esto será recién en diciembre de 2011 y, si bien puede seguir en el cargo por varios años, puertas adentro ya se habla de la sucesión y hasta de un "inminente" nombramiento de un arzobispo coadjutor para coordinar la transición. Visto como el "líder espiritual" de la oposición, ambas noticias referidas al primado son aplaudidas en la Casa Rosada.

Mientras tanto el arzobispo José María Arancedo (Santa Fe), actual vicepresidente segundo, aparece a priori como el más firme candidato a suceder a Bergoglio. No está tan claro, sin embargo, quienes podrían acompañarlo en la mesa chica.

En la sucesión de Bergoglio también suenan fuerte desde el interior, el obispo de Gualeguaychú, Jorge Lozano junto a Monseñor Héctor Aguer.

Otras fuentes especulan con la llegada del arzobispo Andrés Stanovnik (Corrientes), pero su candidatura está condicionada a su labor en el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), donde es vicepresidente, y las versiones repetidas de cardenalato y hasta de un futuro como funcionario en la Curia Vaticana. De no ser Stanovnik, podría reingresar Agustín Radrizzani (Mercedes-Luján), con un perfil más dialoguista, y desplazado de esa mesa ejecutiva hace tres años.

El caso de Héctor Aguer (La Plata) es al menos atípico, ya que logra un importante caudal de votos en la primera vuelta pero la confianza mayoritaria de sus pares. Caudal electoral que luego pierde en instancias sucesivas. Su nombre igual figura entre los candidatos.

También habrá cambios sustantivos en comisiones episcopales clave como Pastoral Social o Cáritas Argentina, dado que ni Jorge Casaretto ni Fernando Bargalló podrán ser reelectos.