El caso del menor de 14 años que fue internado en terapia intensiva por haber ingerido pastillas, luego de haber publicado en Whatsapp y Facebook referencias al ‘Juego de la Ballena Azul’ obviamente fue un importante sacudón en la opinión pública porque en un principio se trata del primer caso no sólo de la provincia, sino del país.

Pero al igual que en muchos otros casos, la simple referencia no da por cierto que haya sido el motivo real de semejante decisión. De hecho, los grupos de la muerte del juego existen, pero también la leyenda urbana. El diario sensacionalista ruso Novaya Gazeta aseguraba que más de 130 adolescentes de ese país se habían suicidado tras seguir las 50 instrucciones, aunque esa cifra nunca fue corroborada. Y sus autores fueron sancionados por mala praxis. La noticia fue recogida por tabloides británicos, quienes repitieron la cifra, pero nunca surgió una investigación que relacionara a todos los casos con el desafío. Igual, la noticia se regó por el mundo.

El padre del chico sanjuanino respondió: “Así me han dicho. Pero yo no estaba al tanto ni siquiera que eso (por el juego) existía”, cuando fue consultado si estaba relacionada la decisión del menor con el desafío. Además, nadie de su entorno afirmó haber visto cicatrices u otras marcas que indicaran que ya realizaba actos de autoagresión. O que se hubiese levantado a las 4,20 durante varios días, como marca otra de las reglas.

Entonces, más allá de mencionar al juego en redes redes sociales, puede situarse este caso en algo menos ‘novedoso’, pero más recurrente.

Es que el suicidio es la segunda causa de fallecimientos en el grupo de niños y jóvenes de entre 10 y 24 años, según un reporte del año pasado de la Organización Mundial de la Salud.
En la última década y media en Argentina se triplicó la tasa de suicidios en jóvenes menores de 20 años, de 2,5 a 7,4 cada cien mil habitantes, según otro informe elaborado por el Ministerio de Salud de la Nación y Unicef sobre la base de estadísticas de organismos del Estado.

Fernando Sigman y Juan Carlos Escobar, autores del informe, afirman que deben realizarse otros estudios para determinar con mayor precisión los motivos de este crecimiento. “Se sabe que un 20% a 30% son personas con psicopatología severa que tendrían que estar bien diagnosticados y tratados. También hay indicios de asociación con el abuso sexual y los problemas en relación a comunicar la orientación sexual y el embarazo adolescente. Una vía común podría ser la falta de lugar de expresión de problemas que son sentidos como graves e irresolubles”, explicó Sigman en una publicación de Perfil.

El chico sanjuanino publicó varias veces en el último tiempo en Facebook que no tenía amigos y que sentía que a nadie le importaba. La sensación de ser rechazados, más común que el juego hiperdivulgado.

El juego en la provincia

Educación y Desarrollo Humano comenzaron a investigar supuestos casos de jóvenes que juegan a la ‘ballena azul‘. Esto, luego de haber realizado llamados hace una semana al 102, exponiendo los casos.

En uno de los casos quien se comunicó fue una madre, en el resto, jóvenes que denunciaron de modo anónimo, aseguró Cristina Casivar, secretaria Social de Niñez. Todo esto salió a la luz ayer.

Alarma mundial


Hace unas semanas comenzó a mediatizarse el polémico juego. Primero fue en Europa y luego llegó a Latinoamérica. Es por eso que autoridades de Uruguay emitieron un comunicado alertando la población sobre los riesgos de un macabro desafío que se difunde por Internet.

Esto se repitió en otros países. A su vez, comenzó a convertirse en un tema viral en todas las redes sociales y se popularizó entre los jóvenes y adolescentes, principalmente. En Argentina no habían detectado casos.


El riesgo de morir para sentirse vivo
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Aunque haya más casos adjudicados a la ‘ballena azul’ de los que están realmente corroborados, lo cierto es que una vez más sale a luz de la opinión pública el caso de juegos de autoagresión, como fue en su momento el de la bolsa, que consistía en experimentar una situación lindante a la asfixia, con el riesgo que eso significa.
Los especialistas afirman que estos adolescentes tienen en común la dificultad para expresar con palabras una situación de conflicto personal, que puede estar ligada a varias causas: desde sensación de aislamiento o formación de su identidad sexual a ciertas condiciones de salud mental, como depresión, psicosis, trastornos de alimentación, trastornos de personalidad limítrofe, y otras más.

Entonces, ante esa dificultad, buscan la adrenalina para sentirse vivos, cuando justamente ponen en riesgo su existencia.
Cristina Casivar, secretaria Social de la Niñez, aseguró ayer que la semana pasada la línea 902 estuvo recibiendo denuncias de chicos que se autoagreden. “Aún no podemos saber si específicamente estaban participando del juego (de la ballena Azul), pero sí son casos de chicos que se han infringido heridas. Y muchos de ellos son pares y comparten grupos, ya sea de escuela o barrios”.

No todos los casos de autoagresión buscan poner en riesgo la vida. Sí se observa en todos los niveles sociales.
Lo que quieren conseguir los adolescentes al cortarse, es aliviar el dolor emocional. Como si la sangre que brota fuera el bálsamo para escaparse un momento de los conflictos y la única prueba que realmente están vivos por dentro. Por eso es prioritario que sean atendidos por un especialista y evitar una escalada.