Si faltaba algo en este verano movido, era vincular las palabras Barrick, contrabando, Mendoza, Aduana e irregularidades. Combo perfecto, sobre todo si el escenario de esa mezcla en una provincia donde Barrick (o minería) son mala palabra, como Mendoza. Alguien de Aduana filtró el dato y le sirvió a algunos para especular sobre un supuesto contrabando de oro de la compañía, versiones que obviamente fueron desmentidas por la firma canadiense y por funcionarios de la Aduana mendocina a medios de esa provincia, en off.

Pero más allá del aspecto cinematográfico de este tema, ¿qué habría pasado? Reconstruyendo un poco los hechos, parece que el avión de Barrick es chileno, pero volaba por territorio argentino y eso, lo sabe cualquiera, no se puede hacer. Es como si alguien compra un auto en Chile, pero lo circula en San Juan y pasado un tiempo no cambia los papeles. El operativo de la Aduana fue sobre el avión, no por lo que había en el interior del mismo.

Como es lógico, el tema generó millones de versiones en la vecina provincia, y algunas menos en San Juan, donde estamos un poco más acostumbrados a a los “tropiezos” de los canadienses. Donde este hecho sí impactó fuerte fue en la Casa de Gobierno de San Juan, desde donde salieron a pedirle a la compañía que explique el tropezón, si es que se trataba solamente de eso, que es lo que parece.

La molestia de Sergio Uñac y su equipo se afinca en la aparición de la palabra “avión” que ya les generó serios dolores de cabeza el año pasado cuando se investigó un supuesto vuelo sanitario irregular en plena pandemia, que luego fue desestimado hasta por la Justicia en una investigación.

Para colmo todo pasó el 18 de enero, día del terremoto en San Juan. En pocas palabras, deberían haber advertido que un vuelo ese día iba a traer problemas.