San Juan, 25 de enero.- Después de la medida que tomó el primer mandatario uruguayo, José “Pepe” Mujica, por la que prohibió a funcionarios de su país el uso de las redes sociales y restringió la utilización de internet, DIARIO DE CUYO ONLINE realizó una encuesta entre sus lectores para ver si aprueban o no el uso de estos elementos por parte de dirigentes nacionales

El resultado fue contundente. El 71.5% de los 642 participantes votaron por la negativa al uso de la web. El 14% consideró que sí deben, o pueden usarla; en tanto que el 14,5 consideró el asunto irrelevante.

A criterio de quien esto escribe, el resultado tiene que ver menos con un análisis de lo expuesto que con un enojo ancestral (muchas veces justificado) de ese colectivo que podemos llamar “la gente”, con sus dirigentes. Creo que se analiza el hecho como un dato “frívolo” por parte de los cuestionados.

Aún a riesgo de exponerse a la crítica de los lectores del medio, quien suscribe entiende que se debe poner a internet en su justo medio: una herramienta. En este caso, una formidable herramienta de comunicación. Una prueba todas luces evidente, es que este mismo debate se da a través de un medio virtual.

Una herramienta es también el sistema financiero, nocivo para el desarrollo de los países cuando se transforma en vehículo de fuga de capitales, o en motor de la especulación; y altamente beneficioso cuando es combustible de una maquinaria de crédito e impulso de la industrialización.

Abundando en la obviedad, pero que servirá de ejemplo, podemos decir que un auto también es una herramienta (más palpable para la mayoría que el sistema financiero), que llevará a alguien de viaje, al trabajo, a visitar amigos; o que puede causar una tragedia en manos de algún irresponsable.

A nadie, sin embargo, que pida “lo posible”, se le ocurriría plantear la abolición del uso del auto ni del sistema financiero.

Internet permite, de izquierda a derecha, la comunicación inmediata entre gobernados y dirigentes, entre pares, entre subalternos y superiores, entre ricos y pobres; y la calidad de lo comunicado, de lo escrito, de lo pensado, no tiene que ver con el medio, sino con quien comunique, escriba, o piense.

En redes sociales y en diferentes sitios de la web se puede leer a Obama (via twitter) pidiendo la democratización de Cuba, y a Fidel Castro (via cubadebate.com) exigiéndole a Obama que retire las tropas de Afganistán.

En la red se puede ver una foto “posteada” por Mauricio Macri, tomando un helado en un alto de caravana proselitista, acompañada con un texto que decía, (sic): “¡Que rico!”, hasta las fuertes opiniones, sin entrar en concordancias o discordancias, del gobernador Gioja opinando que si se baja la edad de imputabilidad a un chico, se lo tira del sistema.

Lo dicho: internet es una herramienta noble o perversa, útil o vana, según la mano que la empuñe. El argumento de que quita tiempo al funcionario o al dirigente y lo distrae de sus labores me parece más desacertado aún que el de la frivolidad, teniendo en cuenta que una obligación constitucional, republicana, de quienes cumplen roles de conducción en el Estado, es la comunicación de sus actos de gobierno. Y en estos tiempos veloces, la comunicación debe tomar velocidad también.

Pero más allá del imperio constitucional y republicano, está la obligación moral de los líderes de aclarar a aquellos que confían en ellos, que piensan y desde donde actúan frente a los temas trascendentes que mueven al barrio, a la ciudad, a la provincia, al país y al mundo.