En muchas partes del mundo es muy común lavar el pollo antes de cocinarlo. Por supuesto, esta costumbre parece bastante lógica, si lavamos las frutas y verduras antes de ingerirlas o cocinarlas, ¿por qué tendría que ser diferente con el pollo? Sin embargo, esta práctica tan extendida podría poner en peligro nuestra salud.

Las razones más frecuentes por las que las personas lavan esta ave de corral es para eliminar el sucio o los gérmenes, o porque siempre lo han hecho. Pero recientemente, los Centros para el Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) publicaron una alerta en su cuenta de Twitter exhortando a no lavar el pollo crudo. El mensaje originó un debate en redes sociales.

El argumento de la agencia gubernamental de protección de la salud es que lavar el ave puede propagar microbios a otros alimentos y utensilios de cocina.

Los CDC fueron enfáticos en su postura, asegurando que la mejor manera de eliminar las posibles bacterias del pollo es cocinándolo correctamente, por lo que no hay necesidad de lavarlo. Pero ¿cuáles son los peligros que se corren realmente?

Riesgo de infección

En 2014, la Agencia de Normas Alimentarias de Reino Unido (FSA, pos sus siglas en inglés) advirtió que lavar al pollo antes de cocinarlo aumenta el riesgo de propagación de la bacteria campylobacter en las manos, las superficies de trabajo, la ropa y utensilios de cocina a través de la salpicadura de gotas de agua.

La campylobacter constituye la forma más común de intoxicación alimentaria en el Reino Unido y afecta anualmente a unas 280.000 personas. El pollo contaminado está detrás de cuatro de cada cinco casos, según datos del FSA.

La enfermedad causada por la bacteria puede provocar vómitos, diarreas y, en sus casos más graves, el síndrome del intestino irritable y el síndrome de Guillain-Barré, que ataca el sistema nervioso. También puede ocasionar la muerte. Las personas con más riesgos son niños y de edad avanzada.