¿Qué es el Tourette? 


Se trata de un trastorno del sistema nervioso que hace que quien lo padezca realice tics, sonidos o movimientos involuntarios. Si bien los tics más comunes son el parpadeo de ojos, toser, carraspear, hacer movimientos faciales o distintos sonidos, hay un pequeño porcentaje que exclama palabras obscenas o comentarios inapropiados.


Si viste la película  "Un hogar para nosotros" tendrás al menos una idea de qué se trata este síndrome y cómo afecta a la persona que lo padece. Este es un film independiente que trata de 3 jóvenes en donde el personaje principal se llama Vincent, se ve afectado por el síndrome de Tourette. Este joven  es llevado por su padre a un lugar donde podrían ayudarlo a manejar su condición y ahí comienza una gran historia de aprendizaje. ¡Para  reflexionar y empatizar!

Su descubrimiento 


El síndrome de Gilles de la Tourette (ST) es un trastorno neurológico conductual crónico, de etiología genética, cuyos síntomas comienzan generalmente en la infancia y adolescencia.


Es un trastorno que, según explica a Efe el doctor Jaume Kulisevsky, de la Sociedad Española de Neurología, se produce por "alteraciones dentro de los circuitos de neurotransmisión" y que están relacionadas con un actividad anormal de al menos una sustancia química del cerebro, la dopamina.

Esas alteraciones se hacen visibles con la emisión de múltiples tics motores y vocales que pueden ser simples o complejos. Desde parpadeos, sacudidas de la cabeza o carraspeos hasta tocar a personas o cosas, realizar gestos obscenos (copropraxia) o expresar palabras o emitir insultos o palabras consideradas obscenas (coprolalia), aunque menos del 15 % de los casos presentan estos últimos síntomas. 

Los tics son involuntarios, y eso es lo que tiene que comprender el entorno de quienes sufren el síndrome.

Y nace ahí un gran inconveniente:  La incomprensión social 


"La gente no entiende por qué una persona inteligente no puede controlar los movimientos y sonidos, y muchos de ellos son totalmente inaceptables desde el punto de vista social, y producen burlas e imitaciones", detalla Vasermanas, especialista en el tratamiento psicológico y en la valoración y atención de las necesidades educativas y socio-sanitarias de las personas con este síndrome . "Piensan -prosigue- que la persona lo hace adrede o que es un maleducado o un bicho raro, y eso abre la caja de Pandora a muchos problemas y síntomas que aparecen asociados".


Ese rechazo producido por el desconocimiento genera un estrés en la persona que "retroalimenta y agrava la aparición de los tics", pero además repercute de forma grave en su salud emocional.


Los tics es la parte visible del síndrome porque también pueden ir acompañados en algunos casos de otros trastornos como el obsesivo compulsivo, déficit de atención con o sin hiperactividad, dificultades para controlar la impulsividad, alteraciones del estado de ánimo, ansiedad o depresión.


Todos estos síntomas o tics del Síndrome de Tourette se agravan en momentos en los que el niño tiene estrés, se siente presionado u observado, por lo que se recomienda actuar con naturalidad frente a sus tics. En cualquier caso, siempre es recomendable un tratamiento psicológico para paliar las consecuencias de este trastorno y en los casos más graves se necesitará un tratamiento médico que reduzca los movimientos repetitivos.

El diagnóstico temprano es fundamental

Algunas enfermedades infantiles acompañan a los niños durante el resto de su vida con mayores o menores consecuencias. Es el caso del Síndrome de Tourette, puede complicar las relaciones sociales de cualquier niño.

Esta patología tarda años en ser diagnosticada, y cuando se hace tampoco se sabe mucho qué hacer y como tratarlo.


"En numerosas ocasiones, cuando aparecen los tic -dice la psicóloga- tienen rechazo, no los comprenden, los castigan, se burlan, los marginan, y siendo personas muy inteligentes muchos de ellos tienen fracaso escolar porque les exigen cosas que no pueden hacer, como que se queden quietos, y así sus síntomas aparecen con más gravedad".


El colegio o el instituto, sostiene,  tiene que prevenir el acoso y las burlas y el profesorado tiene que saber que la revolución hormonal de la adolescencia favorece a que se enfaticen más sus alteraciones en la neurotransmisión.