Un estudio asegura haber derribado un mito. Las bananas no previenen los calambres relacionados al ejercicio, asegura. Los expertos indican que, la deshidratación y los niveles de electrolitos no están relacionados con los calambres durante o después del ejercicio.

Los primeros estudios acerca de este mito o costumbre bastante arraigada en quienes realizan actividad física comenzaron alrededor de 1900, en un intento de encontrar la relación entre los calambres y el ejercicio.

En aquel principio, al analizar el sudor de distintos grupos de trabajadores mineros, encontraron que quienes más esfuerzos hacían tenían los niveles más altos de cloruro en su organismo. Así, concluyeron que la excesiva sudoración hacía que perdieran valiosos electrolitos y, en consecuencia, sus músculos funcionaran mal.

Sin embargo, y mucho tiempo después, varios estudios demuestran que la deshidratación y los niveles de electrolitos no están relacionados con los calambres durante o después del ejercicio. En un artículo publicado por la página ‘Chequeados’, surgen dos investigaciones hechas sobre grupos de maratonistas y triatletas donde se ve que los niveles de potasio no son significativamente diferentes entre aquellos que sufren calambres y los que no.

Además, el sitio revela una tercera investigación que desestima el mito, en la que se alimentó con dos bananas a un grupo de ciclistas luego de una hora de pedaleo constante y se midieron sus niveles de potasio. Después de hacerles los estudios correspondientes, determinaron que “es muy poco probable que pueda utilizarse como un tratamiento eficaz para los calambres musculares asociados con el ejercicio”.

LA MEJOR SOLUCIÓN

Aunque no está comprobado del todo, un estudio realizado en el 2016 en el que se buscó la “mejor evidencia disponible” llegó al resultado de que “es poco probable que los calambres asociados al ejercicio en atletas fueran el resultado de niveles de sodio y potasio inferiores a los normales”.

La misma investigación sugirió, además, que la recomendación clínica de los profesionales de la salud no considera las concentraciones de estos electrolitos como un factor relevante al momento de identificar y tratar a los atletas propensos a este tipo de espasmos.

Es por eso que, como conclusión final y más allá del mito que lleva muchos años arraigado a las costumbres de quienes realizan actividad física, el estudio reveló que “hasta el momento no hay evidencia científica que sostenga que las bananas mejoran o previenen los calambres asociados al ejercicio”.

Pese a ello, sí hay algo que los investigadores consideran como la mejor solución, basados en las últimas hipótesis postuladas: ya que los calambres se deben a una disfunción en un control reflejo de los nervios motores como consecuencia de la fatiga, la mejor solución parece ser realizar estiramientos para intentar relajar el músculo afectado, es decir, la elongación.

Fuente: Los Andes