El sarampión es una enfermedad muy contagiosa y grave causada por un virus. Antes de que la vacuna se introdujera en 1963 y se generalizara su uso, cada 2-3 años se registraban importantes epidemias de sarampión que llegaban a causar cerca de dos millones de muertes al año.

Sin embargo, la intensificación de las actividades de vacunación ha influido de forma decisiva en la reducción de las muertes por sarampión. Se estima que entre 2000 y 2016 la vacuna contra el sarampión evitó 20,4 millones de muertes. A nivel mundial, las defunciones por sarampión han descendido un 84%, pasando de 550.100 en 2000 a 89.780 en 2016.

Aún así, a nivel mundial, sigue siendo una de las principales causas de muerte en niños pequeños. Se calcula que en 2016 murieron 89.780 personas por esta causa, la mayoría de ellas menores de 5 años.

El sarampión es causado por un virus de la familia de los paramixovirus y normalmente se suele transmitir a través del contacto directo y del aire. El virus infecta el tracto respiratorio y se extiende al resto del organismo. Se trata de una enfermedad humana que no afecta a los animales.

Poblaciones en riesgo

Los niños pequeños no vacunados son quienes corren mayor riesgo de sufrir el sarampión y sus complicaciones, entre ellas la muerte. Las mujeres embarazadas sin vacunar también constituyen un importante grupo de riesgo. Sin embargo, puede infectarse cualquier persona que no esté inmunizada (es decir, que no haya sido vacunada y no haya sufrido la enfermedad).

El sarampión sigue siendo frecuente en muchos países en desarrollo, sobre todo en algunas zonas de África y Asia. La abrumadora mayoría (más del 95%) de las muertes se registran en países con bajos ingresos per cápita e infraestructura sanitaria deficiente.

Los brotes de sarampión pueden ser especialmente mortales en países que estén sufriendo desastres naturales o conflictos, o recuperándose de ellos. Los daños a la infraestructura sanitaria y a los servicios de salud interrumpen la inmunización sistemática, y el hacinamiento en los campamentos de refugiados y desplazados internos aumenta mucho el riesgo de infección.

Respuesta de la OMS

En 2010, la Asamblea Mundial de la Salud estableció los hitos en el camino hacia la erradicación del sarampión que deberían lograrse en 2015:

-Aumentar la cobertura sistemática con la primera dosis de la vacuna con componente antisarampionoso en más de un 90% o más a nivel nacional y en más de un 80% o más a nivel distrital.

-Reducir y mantener la incidencia anual del sarampión en menos de 5 casos por millón.

-Reducir la mortalidad estimada del sarampión en más de un 95% con respecto a las estimaciones de 2000.

En 2012, la Asamblea Mundial de la Salud aprobó el Plan de Acción Mundial sobre Vacunas con el objetivo de eliminar el sarampión en cuatro regiones de la OMS para 2015 y en cinco regiones de la OMS para 2020.

En 2016 el empuje mundial para mejorar la cobertura vacunal dio lugar a una reducción de las muertes en un 84%. Entre 2000 y 2016, con el apoyo de la Iniciativa Sarampión y Rubéola (ISR) y de la Alianza Gavi para las Vacunas, la vacunación contra el sarampión evitó una cifra estimada de 20,4 millones de muertes. En 2016, aproximadamente 119 millones de niños fueron vacunados contra el sarampión en campañas de vacunación en masa llevadas a cabo en 31 países. En la actualidad, todas las regiones de la OMS tienen objetivos establecidos para eliminar esta enfermedad prevenible para el año 2020 o antes de esa fecha.