Produce un deterioro de los tejidos y favorece la aparición de diferentes patologías, como enfermedades cardiovasculares o cáncer. Además, aumenta el envejecimiento prematuro de la piel, trastornos neurológicos. ¿Cómo podemos evitarlo?
 
El 20% del aire que se inhala en la respiración es oxígeno, molécula esencial para la vida celular de nuestro organismo. Una pequeña parte de este oxígeno se transforma en lo que conocemos como radical libre, una molécula fundamental para el equilibrio del organismo que una vez cumplida su función es eliminada por sustancias antioxidantes, restableciéndose así el equilibrio. Pero cuando, por diversos factores, éstos se producen en grandes proporciones y pueden provocar efectos negativos para la salud.
 
Cuando hay un exceso de radicales libres y los antioxidantes no son suficientes para contrarrestarlos se produce el estrés oxidativo, que se caracteriza porque se incrementa la actividad oxidativa en el interior de la célula, originando un cambio estructural y funcional de la misma que acelera su envejecimiento y favorece la apoptosis (muerte celular).
 
Como consecuencia de esto se produce un deterioro de los tejidos y por tanto se aumentan las posibilidades de que aparezcan graves patologías. El estrés oxidativo está involucrado en numerosas enfermedades como la artritis reumatoidea, Parkinson, Alzheimer, arterioesclerosis, diabetes, periodontitis, enfermedades cardiovasculares, enfermedades neurodegenerativas, entre otras. Además, está relacionado a un aumento en el riesgo de contraer cáncer.
 
Aunque el origen del estrés oxidativo es complicado de determinar, se sabe que la contaminación, el estrés, el humo y los rayos UV provocan un peligroso desequilibrio en la producción de los radicales libres, que atacarán a las células y le impiden su correcto funcionamiento.
 
Los antioxidantes o compuestos que contrarrestan el estrés oxidativo adquieren cada vez más importancia desde el punto de vista médico para prevenir el desencadenamiento de diferentes enfermedades. Una parte de los antioxidantes necesarios puede incorporarse con una dieta equilibrada que aporte oligoelementos -frutas y vegetales en mayor medida-. Sin embargo, muchas veces este aporte es insuficiente y se requiere de la suplementación. 

Oligoelementos y su importancia para el organismo

Los oligoelementos son componentes químicos imprescindibles para el organismo, que brindan los nutrientes esenciales para que todos los procesos funcionen correctamente. También son un aporte fundamental para la matriz extracelular (MEC), medio donde habita la célula.

Las células de nuestro cuerpo se renuevan constantemente, se calcula que al cabo de 5 años se renuevan en su totalidad. Cuando la apoptosis o muerte celular programada (MCR) está alterada se producen tumores, en ese momento las células se convierten en inmortales con capacidad de migrar (metástasis) y reproducirse indefinidamente, generando un microambiente tumoral y transformándose en células malignas.

“Hemos observado que regulando los oligoelementos se logra retornar a la célula a un comportamiento normal, restituyendo la apoptosis y el ciclo celular habitual. Su complejo antioxidante es un poderoso inductor e inmunomodulador que provoca una activación de todo el sistema de defensa del organismo. Además, potencian los efectos de la radioterapia y atenúa los efectos nocivos de la quimioterapia” explica el Dr. Ernesto Crescenti, Director del Instituto de Inmuno Oncología Ernesto J. V. Crescenti.

Las principales funciones de los oligoelementos:

Zinc: Tiene un papel fundamental en más de 300 enzimas que participan en todas las reacciones bioquímicas del cuerpo humano. Tiene un efecto directo en el crecimiento, desarrollo neurológico y en el sistema inmune. Lo encontramos en: legumbres, frutos secos, cereales integrales, jengibre, pescado blanco, mariscos.
Selenio: A través de su concentración en los tejidos puede afectar a la inmuno defensa,  es indispensable para el buen funcionamiento de nuestro organismo y  ejerce diversas funciones biológicas, principalmente antioxidantes. El Selenio está presente en cereales integrales,  carnes, pescados y mariscos, algunos tipos de verduras (cebolla, espárragos), semillas como las de girasol y frutos secos. 
Manganeso: Es un componente implicado en el metabolismo de los aminoácidos, lípidos y carbohidratos; y por lo tanto también en la producción de energía. También interviene en la formación del tejido conectivo, huesos y función nerviosa. Se encuentra en varios alimentos incluyendo las nueces, las legumbres, las semillas, el té, los cereales integrales y las verduras de hoja verde.
Un estilo de vida y una dieta inadecuadas favorecen la aceleración del estrés oxidativo. Se recomienda disminuir los factores de riesgo, llevar un estilo de vida sano, realizar una alimentación variada y rica en antioxidantes. Estar atentos a los pequeños cambios diarios que nos brinda el cuerpo nos ayudará a evitar el estrés oxidativo y acudir al médico en caso de que sea necesario.
Asesoró: Dr. Ernesto Crescenti (MN: 50.776), médico, investigador y Director del “Instituto de Inmunooncología Dr. Ernesto J.V. Crescenti” . Acerca del Instituto de Inmuno Oncología Dr. Ernesto J. V. Crescenti: Ámbito multidisciplinario dedicado a la prevención, diagnóstico y tratamiento de pacientes con cáncer y pacientes diagnosticados con enfermedades en las cuales se presenta una alteración del sistema inmunológico.