El cansancio, las preocupaciones excesivas o alguna situación específica como un encuentro muy esperado o una infidelidad pueden influir en que un hombre, sin problemas orgánicos, no pueda tener una erección o mantenerla durante un encuentro sexual.


A esto se lo conoce como disfunción eréctil y se puede transformar en una fobia sexual. Lo que perturba no es la situación circunstancial sino lo que cada hombre piensa, imagina y siente alrededor de ella. Los comentarios recurrentes en los consultorios son: "Voy a pasar vergüenza"; "Le va a contar a otros lo que me pasa"; "Me va a dejar".

Se habla de fobia sexual cuando este miedo se intensifica y se vuelve una presión en los encuentros. El sexólogo Juan Carlos Kusnetzoff dijo: "Fobia significa miedo. Un hombre puede tener varios tipos de miedos: miedo a fracasar en la relación sexual, miedo a no tener erección suficiente, miedo de eyacular demasiado rápido, miedo a perder la compañera o el compañero sexual".

Para Santiago Gómez, psicólogo y director del centro Decidir vivir mejor, en muchos casos el sujeto evita o huye de las relaciones sexuales utilizando diferentes justificaciones. "Esto provoca una retroalimentación negativa, ya que al evitar las relaciones sexuales por temor, el miedo a fallar aumenta y refuerza dicha fobia", agregó.

Héctor Macherett, urólogo especialista en sexología, comentó que la disfunción eréctil es uno de los trastornos sexuales más frecuentes y suele verse reiteradamente en el consultorio. Kusnetzoff coincidió: "Es muy común: lo padecen hombres desde el inicio de la vida sexual hasta en edad avanzada".


Aquellos hombres que sufren de este trastorno pueden tener baja autoestima, sensación de angustia y síntomas de ansiedad, entre otras consecuencias. "El no tener un buen funcionamiento orgánico repercute en todos los ámbitos de la vida. Uno descarga ansiedades durante el acto sexual y entonces si tenemos un mal desempeño hace que nuestra autoestima sea baja y puede traer desde problemas de pareja hasta problemas laborales", explicó Macherett.

Según Gómez, cuando esto sucede es primordial aceptar lo que pasa y poder reflexionar sobre las interpretaciones erróneas. Además, el hombre no debe tener una conducta de monitoreo, ya que esto activa el circuito ansioso provocando la inhibición eréctil. Por último, es conveniente que se deje llevar por los estímulos y las sensaciones placenteras durante el acto sexual. "Se debe desinhibir por completo de cuestiones anteriores para vivir el momento. No tiene por qué repetirse si no hay alteraciones físicas, morfológicas, infecciosas o neurológicas que lo puedan justificar", opinó Macherett.

Kusnetzoff aconsejó: "Le recomendaría consultar a un profesional dedicado a este tipo de problemas. Parece extraño, pero caer en profesionales que tienen escaso nivel de estudio en problemas sexuales puede desilusionar, hacer perder el tiempo y finalmente provocar que el paciente no lo pueda resolver en el corto plazo".

Muchos son los factores que pueden condicionar el acto sexual y en consecuencia el placer. Reconocer que este trastorno es más común de lo que se cree puede ayudar a quien lo padece a perder el pudor, poder ponerlo en palabras y así superarlo más fácilmente.

Fuente: La Nación