Estar apurados y llevarse un mueble por delante. Realizar actividad física y, por un mal movimiento, sufrir una torcedura o esguince. Dormir mal o adoptar una postura incorrecta que derive en un dolor de cuello o espalda. Abundan los motivos por los cuales una persona puede padecer una lesión.

Como primera forma de auxilio, lo ideal será mantener la calma y visualizar la contractura, golpe o contusión. Dependiendo del tipo de lesión, habrá que aplicar frío o calor en la zona afectada.

“Cuando hablamos de un esguince o golpe, se recomienda el frío. Si se trata de una contractura en zona lumbar, por ejemplo, generalmente se aplica calor para aflojarla”, explica a Con Bienestar Alicia Martínez, licenciada en kinesiología (M.N. 6.134) y especialista en rehabilitación de cadera y rodilla.

En cuanto a una lesión muscular, como el caso de la típica contractura, el calor contribuye a suavizar la dolencia. Pero no significa que vaya a anular por completo el malestar ocasionado. “El calor dilata y calienta el músculo para que un profesional lo pueda trabajar”, argumenta la especialista y agrega: “En realidad, lo único que alivia es una distensión o tensión muscular. Reduce el dolor momentáneamente”.

Cuando se trata de una torcedura, hematoma, calambre o persiste esa sensación de “quedarse duro”, se aplica frío. Pero sin abusar. “En exceso, altera la sensibilidad y puede provocar quemaduras. Daña la piel”, cuenta Martínez. Se aconseja hacerlo durante diez minutos y utilizando un trapo o toalla que actúe como protector.

Puede suceder que la persona sea alérgica a los clásicos analgésicos dérmicos y no lo sepa. Esto podría derivar en una reacción adversa.

En cuanto a una contractura o lesión muscular y dolores articulares, mejor emplear calor. Puede ser mediante una almohadilla térmica. “Tampoco hacerlo en exceso porque al igual que el frío, puede quemar”, dice la kinesióloga.

¿Qué pasa cuando no se sabe diferenciar la lesión?

En ocasiones, puede tratarse de un pinzamiento o algo muscular. Momentáneamente, para romper con la contractura y la tensión en la zona afectada, se puede optar por una disociación térmica: “Dos minutos de calor, dos de frío y viceversa”.

Si la lesión causa mucho dolor e incomodidad, será bueno consultar siempre con un médico o kinesiólogo. Serán las personas indicadas para analizar la herida o contractura y extender un método de curación en particular.

Contraindicaciones

No se recomienda aplicar ningún tipo de temperatura, crema o loción antinflamatoria en heridas abiertas, infecciones, hemorragias, pieles sensibles, hematomas dérmicos, coloración de piel diferentes o rojiza. En esos caso, lo ideal será consultar con un profesional.

Fuente: Con Bienestar